Quiero que analices y te hagas dos preguntas, con el fin de saber cómo está tu vida, si te estás envejeciendo por dentro.

¿Hay en tu vida algún pecado que no has confesado o algo que vienes cargando en tu conciencia y no soportas, sin recibir el perdón de ese pecado? Hay hábitos o acciones que realizas por error, juzgando que no fue tan grande como algunos otros, pero tú no eres quién para decidir si ese pecado es grande o pequeño. 

Dios siempre ha dicho que lo tienes que confesar a Él, el Señor ya sabe lo que hiciste, pero la acción de confesar, es con el fin de reconocer que lo que se hizo estuvo mal, abriendo tu corazón, para ser libre, porque sino vas a ir envejeciendo. 

Tu tarea no es medir si hay que abrirlo o no, si es pequeño o grande, tu deber es ser sincero con Dios.

¿cómo estás en cuanto a preocupaciones en tu vida, existe alguna que aún no le abres a Dios, que no la compartes con Él? 1 Pedro 5:7, ‘Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.’ La palabra ‘ansiedad’ en alemán se traduce en ‘estrangular’, en griego ‘dividir la mente’. Ambas son precisas, la ansiedad es una soga al cuello que te estrangula y una distracción de la mente, ninguna te permite vivir la vida con gozo y alegría.

Abre tu corazón en dos aspectos, algún hábito o pecado no confesado, que te está destruyendo y la ansiedad, lo qué no te permite vivir con alegría y gozo, abre tu corazón a Dios.

ORACIÓN:

Padre, en el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret, te damos las gracias por un día más de vida y conocer más de Tú palabra.

Hoy entendimos cuáles son las dos áreas en las que debemos abrir nuestro corazón, los pecados no confesados y la ansiedad, estas no nos dejan vivir con alegría y nos van envejeciendo por dentro, carcomiendo por dentro nuestro corazón.

Te pedimos por todas aquellas personas que aún no han podido abrir su corazón hacía Ti.

El nombre del Señor Jesucristo de Nazaret.

Amén y amén.