Romanos 12:1 (NTV) Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que Él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a Él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo.

Con este título, me refiero a esas ocasiones en las que nosotros un día, tomamos la decisión de seguirlo, de creer en Él, de buscarlo, leer la Biblia y comenzar a crear nuevos hábitos espirituales. 

Sin embargo, en algún momento nos vemos tentados a renunciar a ese nuevo estilo de vida que adoptamos, y cuando las personas se ven tentadas a renunciar, muchas veces ellas caen, fallan o se alejan.

Queridos, quiero que piensen en los sacrificios vivos que se traían al altar, pro quién quiere estar cerca al altar, cuando lo que se ve ahí es muerte, desangramiento, una renuncia a la vida, pero por eso dice la Biblia, entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que Él ha hecho a favor de ustedes.

La vida de fe consiste en estar presente constantemente ante el altar de manera vivía, ser un sacrificio vivo, podemos escoger irnos de regreso a las colinas o a los valles, a todo aquello a lo que la sociedad actual le llama “libertad”, que en realidad es más bien un libertinaje, o presentarnos ante Dios como un sacrificio vivo y agradable delante de Él.

En esta ocasión me acerco a todas las personas que se encuentran perdidas en el monte, que han sido tentados al libertinaje, que fueron vencidos por la tentación y se les olvidó que debían ser un sacrificio vivo ante el altar de Dios.

Allá en el monte lo único que vas a encontrar es dolor, traición, sufrimiento, cansancio y frustración, aunque hayan momentos de placer, serán pasajeros, porque se esfuman en momentos, pero las personas que son sacrificios vivos en el altar viven y experimentan el verdadero gozo permanentemente.

El altar de Dios es el único lugar en el que se puede experimentar paz, alegría, bondad, bienestar, tranquilidad, bendición y avance, hoy te hago un llamado para que vuelvas al altar, al lugar para el que fuiste destinado y diseñado. 

La mayor expresión de amor para nuestro Dios es reconocer que volvemos a su altar para ser un sacrificio vivo.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesucristo de Nazaret, te damos las gracias por un día más de vida y por permitirnos conectarnos más a ti a través de tu palabra.

Entendimos que somos sacrificios vivimos, que no podemos caer en la tentación de alejarnos de ti, debemos rendirnos delante de tu presencia.

En el nombre de Jesús.

Amén y amén.

¡Bendiciones!