Éxodo 3:1 NTV Llevó el rebaño al corazón del desierto y llegó al Sinaí, el monte de Dios. Allí el ángel del Señor se le apareció en un fuego ardiente, en medio de una zarza.

El desierto es el simbolismo de soledad, sequedad, hambre, escasez, lugar de vivir al extremo, no hay nada, no hay nadie y es el lugar donde estamos solos, precisamente cuando una persona está pasando por una etapa muy difícil de su vida, comúnmente se le conoce como, ’está pasando por un desierto’.

Por ejemplo, una pareja que están al borde del divorcio, podría decirse que están pasando por un desierto, o alguna persona que le detectaron alguna enfermedad grave, o una persona que está pasando por una situación económica de mala racha, se podría decir que está pasando por un desierto.

Queridos amigos, muchas veces nosotros huimos porque no nos gusta estar en medio de un desierto, no hay nadie que no disfruté estar en medio de una complicación en su vida, una situación muy grave y muchas ocasiones, nosotros clamamos y decimos, ‘Señor, sáqueme de este desierto, llévame de aquí y ayúdame a resolver esto’.

Pero muchas veces queridos amigos, ahí en el corazón del desierto, Dios quiere hablarnos, y esto fue lo que pasó con Moisés, dice la Biblia que llevó el rebaño a lo más profundo y lejano de las tierras, y fue en ese momento cuando Dios le habló y se le apareció por medio de una zarza.

La próxima vez que estés atravesando por un desierto o si lo estás viviendo en este momento, lejos de tratar de huir y escapar de esa etapa, es mejor que la aproveches, nadie la disfruta, pero es ahí donde Dios te habla.

A nadie le complace estar en el corazón de un desierto, pero es ahí donde vas a escuchar la voz de Dios, es ahí donde más cerca de Dios vas a estar, donde no hay nadie y donde todos te han dado la espalda y te abandonan, justo en ese momento aparece Dios.

¿Cuántas ocasiones te perdiste de la voz de Dios por estar pidiendo auxilio? Cuando te encuentres en el corazón del desierto, debes aislarte y le puedes pedir al Señor que te hable, porque Él está ahí.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre Jesucristo de Nazaret, te damos las gracias por un día más de vida y por permitirnos conocer más de tu maravillosa palabra.

Mi Dios, entendimos que, es ahí en el corazón del desierto donde más fácilmente podemos escuchar tu voz y más claro vamos a escuchar tus indicaciones, así como lo hizo Moisés.

En el nombre de Jesucristo de Nazaret. 

Amén y amén.