1 Samuel 17:47 (NTV) Todos los que están aquí reunidos sabrán que el Señor rescata a su pueblo, pero no con espada ni con lanza. ¡Esta es la batalla del Señor, y los entregará a ustedes en nuestras manos!

Queridos amigos, todos nosotros tenemos dificultades o problemas que afrontar, muchos se crean o se levantan en diferentes etapas de nuestras vidas, las cuales sí o sí son necesarias pasar o atravesar porque van a ser parte de nuestro crecimiento personal y espiritual.

Por ejemplo, cuando somos muy niños tenemos que conquistar la batalla de asistir a la escuela, socializar con niños que no conocemos, y es una batalla que hay que pelear; crecemos y cuando somos adolescentes hay que pelear la batalla del bullying, de la crítica y de la burla de las personas.

Cuando vamos a la universidad, nos toca pelear otra batalla, la de la indecisión, porque no sabemos qué vamos a estudiar o a qué nos vamos a dedicar en el futuro; esto también pasa cuando nos convertimos en adultos, hay otras batallas que hay que afrontar, casarnos, la economía, la salud, trabajo, familia o enemigos, que regularmente no son personas, sino es el mundo espiritual encarnado en personas y es aquí donde las personas se confunden.

Es importante saber que, todas las batallas que nosotros enfrentamos, tenemos que ponerlas en las manos de Dios, porque no deberíamos nosotros pelearlas, debemos permitir que sean batallas del Señor, porque Él es el único capaz de ganarlas y vencer.

Entonces, ¿qué hacemos cuando estamos librando una batalla muy fuerte o difícil? Primero, recordar las batallas que Dios nos ha entregado anteriormente, cuando tú estás enfrentando una batalla muy complicada de ganar, llega el desánimo o el deseo de darte por vencido, esto pasa porque para conquistar nuestros sueños, debemos atravesar algunos enemigos que están enfrente.

Cuando nosotros somos conscientes de esas batallas que Dios ya nos ha entregado, te levantas con ánimo y con fuerza para seguir avanzando; segundo, entender que nuestra batalla no es humana, es completamente espiritual, es decir, de índole invisible y que tenemos que refugiarnos en la fuerza de Dios y no en la tuya.

Tercero, mantener siempre el pensamiento de victoria, debemos tener una actitud positiva y de avanzar, sin importar que se nos ponga enfrente. Debemos mentalizarnos en que la victoria es nuestra, la batalla es del Señor. 

Empieza a afrontar de esta manera tus batallas y no con un pensamiento de perdedores o de fracasados, muchos se dan por vencidos y es ahí cuando llega el desánimo y las inseguridades, porque no saben estos tres puntos importantes, primero, recordar las batallas anteriores que Dios nos ha dado la victoria; segundo, entender que nuestra batalla no es terrenal sino espiritual; y tercero, mantener siempre el pensamiento de victoria.

ORACIÓN

Padre Celestial gracias por hacernos ver que en todas nuestras batallas eres Tú quien pelea por nosotros, nosotros lo único que debemos hacer es presentarnos al enfrentamiento, pero eres Tú quien se encarga de ella.

Eres tú quien nos da la fuerza y la sabiduría, a nosotros nos corresponde ir adelante, pero Tú eres el que defiende al pueblo, no con espada ni con lanza sino con poder sobrenatural.

En el nombre de Jesús.

Amén y amén.

¡Bendiciones!