Cuando el salmista David compuso en su capítulo, ‘una cosa he demandado a Jehová y ésta buscaré, que yo esté en la casa de Jehová todos los días de mi vida’.

Este hombre era conocido porque andaba conforme al corazón de Dios, ¿cuál es la casa que David buscaba? Él no se refería a una estructura cerrada, sin tener contacto alguno, nadie con uso de razón se conformaría con eso, Dios no habita en templos hechos por manos humanas ahí no está su presencia.

Lo que buscaba el salmista David era habitar todos los días de su vida, acompañado de la presencia de Dios, porque estaba seguro, Salmo 27:4 - 6, ‘Lo único que le pido al Señor —lo que más anhelo— es vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, deleitándome en la perfección del Señor y meditando dentro de su templo. Pues él me ocultará allí cuando vengan dificultades; me esconderá en su santuario. Me pondrá en una roca alta donde nadie me alcanzará. Pues él me ocultará allí cuando vengan dificultades; me esconderá en su santuario. Me pondrá en una roca alta donde nadie me alcanzará.’

Lo que David quería era un lugar seguro, habitar en su presencia, el Señor Jesucristo murió y resucitó dijo, ‘estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos’. Dios nos convirtió en templos, portadores de su presencia, no estamos hechos por manos humanas, estamos hechos del barro, moldeados por las manos del Señor. Por lo tanto, calificamos para ser templos de Él.

Al ser portadores de la presencia de Dios, debemos valorarla, nos hace salir acompañados de Él todos los días, nos da consuelo cuando nos lastiman, nos abre puertas cuando los demás no las cerraron en la cara. Dios está con nosotros.

Siempre estarás en un lugar seguro, no lo olvides, Mateo 28:20 NTV, ‘Estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos’.

ORACIÓN

Señor, en el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret, hoy te damos las gracias por permitirnos aprender de Tu palabra.

Señor, pedimos por las personas que aún no han entendido Tu palabra, que siguen sus vidas sin la presencia Tuya, te agradecemos por hacernos un templo, estamos hechos por tus propias manos, por lo tanto, somos dignos de ser portadores de tu presencia. 

Debemos entender que siempre estaremos en un lugar seguro porque estamos con tu compañía.

En el nombre de Jesucristo de Nazaret.

Amén y amén.