Debemos considerar nuestra propia vida, hacer una vida de servicio para el reino de los cielos, una vida entregada al Padre Celestial al que dio la vida por cada uno de nosotros.

Dios nos ha colocado en su buque, la embarcación tiene un propósito, llevarnos sanos y salvos a la otra orilla, a la vida eterna, este no es un barco de paseo, sino que es un buque de guerra. Todos tenemos una tarea diferente, algunos, deberían estar ocupados por los que se ahogan, otros del enemigo, tratar de retenerlo y que no avance más.

Otros manejan los cañones de la oración y empiezan a disparar, haciendo guerra espiritual, manejando la oración, con el choque entre el bien y el mal, un grupo se encarga de servir a toda la tripulación, pero aún así todos somo diferentes, al mismo tiempo somos iguales, porque todos pueden hablar de un encuentro personal con el capitán del buque.

Aunque la batalla y el camino sea feroz, el buque va seguro, porque nuestro capitán es Dios, nunca nos hundiremos, lo único que debemos entender es que, al estar aquí arriba, una asignación se nos ha dado, algunos predicamos, guiamos, enseñamos, entre otras cosas. 

Romanos 12:5 'Así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros'.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret, hoy te damos las gracias por la oportunidad que nos das de aprender tu palabra.

Señor tú eres el pan de vida que nos nutre y nos dijiste que no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de tu boca.

Oramos por toda esa persona que ya hace parte del ejército, pero que no ha descubierto su lugar en este buque.

En el nombre del Señor Jesucristo.

Amén y amén, ¡Bendiciones!