En muchas ocasiones, nosotros condenamos el tropezar de un hombre, sin darnos cuenta de los golpes que recibió ayer. Juzgamos muy fácilmente la cojera de una mujer, sin ver el clavo que lleva dentro de su zapato. 

Juzgamos y señalamos el temor en los ojos de una persona, pero no sabemos cuántos golpes le ha dado la vida, las piedras que le han lanzado. Hoy esa persona caminó con el temor de volver a ser golpeados nuevamente. 

Amigos, nosotros vemos, pero no sabemos. Cada persona tiene su propia historia, su propio dolor y raíz, algunos vienen con clavos en los zapatos, otros con piedras que han sido lanzadas desde la infancia, hay personas que vienen con tropiezas, cadenas o ataduras, pero en realidad, lo más fácil es criticar y burlarse de los demás. Pero cada uno tenemos nuestra propia historia. 

Es fácil juzgar una historia que apenas se está escribiendo, no es justo criticar un camino de vida que apenas se está recorriendo, porque nadie sabe por todo lo que nos ha tocado pasar, hay historias que son más fuertes que otras, pero nada justifica los malos comentarios, acciones y pensamientos. 

Dios sabe cómo nos va usar, Él sabe cuál es nuestra historia. Amigos, no debemos juzgar a las personas que han caído, no critiquemos a la persona que tropezó. Todos somos libros que están siendo escritos, historias que están siendo narradas, pero lo importante es que, no hemos llegado al fin, no podemos juzgar un libro con solamente su portada, debemos leerlo para tener un concepto. 

Si las primeras páginas de tu historia están escritas con dolor, quiero decirte que, el libro no se ha acabado de escribir, la narración se sigue escribiendo. Pero si no le permites a Dios traer un cambio a tu vida o que te de sanción en tú corazón, el nudo de la historia se seguirá contando con dolor. Esta es la decisión tuya. Todas las historias empiezan con dolor, traiciones, heridas, etc. 

Pero no olvides que siempre habrá alguien que te ayude a sacar el clavo de tu zapato, hay alguien que ha desviado las piedras que te han tirado. Las heridas son traicioneras, porque controlan nuestra vida.

No olvides que, hay que tener sanidad en el matrimonio, en la paternidad con los hijos, con la Iglesia, con mi profesión, pero la virtud es una sola. Dios es el único capaz de sanarnos. La clave es la sanidad interior. 

Yo quiero que en enero te tomes la oportunidad de iniciar el año en nuestro campamento de sanidad, para que participes en nuestro proceso y conozcas las 10 herramientas de sanidad. 

ORACIÓN: 

En el nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, queremos darte las gracias por dejarnos leer tu palabra. 

Gracias por enseñarnos que no debemos juzgar a los demás, ya sabemos que es muy fácil señalar. Caras vemos, corazones no sabemos, Señor. 

Ya sabemos que cada uno tiene su propia historia, su propio dolor, pero, Padre amado, el día de hoy estamos para reconocer nuestras faltas.

En el nombre de Jesucristo de Nazaret.

Amén y Amén.