Juan 15:1 - 3 'Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado'.

Jesucristo les enseñó a sus discípulos que, aquella persona que viene a Dios, Él lo limpia y el que no da fruto es quitado y el que sí lo da, el Señor lo limpia más, para que dé más fruto.

Muchas veces, las personas buscan la manera de que alguien les dé consejería y eso no está mal, el problema está en que muchas veces nos dicen qué tenemos que cambiar o dejar de hacer, tratando de tener una mejor vida.

Sin embargo, cuando una persona hace un cambio en su vida porque se lo recomendaron, este cambio será temporal, lo está haciendo porque alguien se lo pidió o le dijo. Los cambios son temporales, porque no nacen en el corazón de las personas. 

Lo único que nos limpia y cambia es la palabra de Dios, en la iglesia he recibido infinidad de personas, con demasiados vicios, pero yo nunca les digo que lo dejen de hacer, para poder entrar a la iglesia, entre más le pedimos a las personas que deje de hacer algo, es cuando más lo quieren hacer.

Lo que cambia y transforma la vida de las personas es la palabra de Dios, no la de Miguel Montoya. Cuando una persona es enseñada, está lista para demostrar sus primeros pasos, así se caigan, vuelven y se levanten. 

Como pastores, nuestra única preocupación debe ser enseñar la palabra de Dios y el resultado lo da el corazón de las personas. Tu ya estás limpio por la palabra de Dios.

ORACIÓN

Padre Amado, en el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret, te damos las gracias por un día más de vida y también por permitirnos conocer más de tu maravillosa palabra. 

Mi Señor, hoy aprendimos que el labrador eres tú, nosotros no tenemos el derecho de limpiar a los demás, cometemos el error pensando que somos labradores, solo eres tú el que limpia y sana el corazón.

En el nombre de Jesucristo de Nazaret.

Amén y amén.

¡Bendiciones!