- 13 Jan 2025
- Category: Devocional
El Devocional: A La Manera De Dios
Romanos 10:3 (NTV) Pues no entienden la forma en que Dios hace justas a las personas ante Él. Se niegan a aceptar el modo de Dios y, en cambio, se aferran a su propio modo de hacerse justos ante Él tratando de cumplir la ley.
Dios tiene una forma específica de hacer las cosas. Todo lo ha diseñado de manera perfecta para que funcione según su propósito, crezca y sea efectivo. Sin embargo, con frecuencia nosotros buscamos actuar conforme a lo que mejor nos parece, ignorando el diseño divino.
Este principio aplica a todas las áreas de nuestra vida. En Romanos 10:3, la Escritura nos enseña que los judíos tenían su propia interpretación de la salvación. Ellos creían que podían justificarse delante de Dios cumpliendo estrictamente los mandamientos de la ley del Antiguo Testamento. Sin embargo, Pablo explica que ese no era el método divino.
La manera en que Dios nos hace justos es sencilla: por medio de la fe. Solo creyendo en el sacrificio de Jesús, quien pagó el precio por nuestros pecados, podemos ser salvos. Cuando aceptamos su sacrificio como sustituto del castigo que merecíamos y depositamos nuestra confianza en Él, somos considerados justos y pasamos a ser hijos de Dios. No obstante, los judíos se aferraron a su propia forma de entender la salvación, perdiendo de vista el plan perfecto del Señor.
Este error no es exclusivo de ellos; hoy en día, muchas personas cometen el mismo desacierto en diferentes áreas de su vida. Romanos 10:3 lo resume de manera contundente: "Pues no entienden la forma en que Dios hace justas a las personas ante Él. Se niegan a aceptar el modo de Dios y, en cambio, se aferran a su propio modo de hacerse justos ante Él, tratando de cumplir la ley."
Dios diseñó el matrimonio con roles y funciones claras para el hombre y la mujer. Aunque no entraremos en detalle, sabemos que su diseño busca la armonía y el éxito de esta institución. Sin embargo, hoy muchos intentan adaptar el matrimonio a sus propias ideas, ignorando el modelo original. Esto inevitablemente lleva al fracaso. Aunque puedan resistir un tiempo, si no se sigue el plan divino, el matrimonio no prosperará.
La administración del dinero también tiene una manera establecida por el Creador. La Biblia enseña que somos mayordomos de lo que Él nos entrega y que el diezmo, un 10% de nuestras ganancias, le pertenece. Además, se nos insta a practicar el ahorro, la inversión y la multiplicación. Cuando manejamos nuestras finanzas conforme a sus principios, prosperamos. Sin embargo, quienes insisten en hacerlo a su manera enfrentan dificultades y frustraciones económicas.
En el ámbito laboral, Dios estableció principios claros: trabajar arduamente, evitar la pereza y ser diligentes, como la hormiga. Seguir estos lineamientos asegura éxito y efectividad en el trabajo. Quienes ignoran estas enseñanzas suelen enfrentar fracasos y estancamiento.
El problema radica en nuestra tendencia a adaptar a Dios a nuestras ideas en lugar de ajustarnos nosotros a las suyas. Este patrón ha sido recurrente desde el principio de la humanidad. Adán y Eva desobedecieron el mandato divino en el huerto del Edén, creyendo que su forma era mejor. De igual manera, los judíos trataron de justificar su relación con Dios a través de la ley, ignorando el camino de la fe.
ORACIÓN
Señor Todopoderoso, gracias por el principio que nos enseñas en tu Palabra. Desde el inicio, has dejado claro que tu manera es perfecta. Adán y Eva fallaron al intentar hacer las cosas a su modo. Los judíos no alcanzaron la salvación porque se aferraron a sus propios métodos. Hoy reconocemos que, en muchas áreas, hemos caído en el mismo error.
Te pedimos que nos ayudes a rendirnos a tu diseño perfecto en cada aspecto de nuestra vida. Renunciamos al orgullo, a la arrogancia y al ego que nos hacen creer que nuestras ideas son mejores. Queremos adoptar tu forma de actuar, tu manera de manejar el matrimonio, las finanzas, el trabajo y todas las áreas de nuestra existencia.
Guíanos continuamente con tu Palabra y enséñanos a vivir conforme a tu voluntad. Te lo pedimos en el nombre de Jesús.
Amén y amén.
¡Bendiciones!
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