Romanos 12:18 (NTV) Hagan todo lo posible por vivir en paz con todos.

¿Cómo nos manejamos en las relaciones con los demás? Hoy en día, vivir en paz con las personas puede ser un desafío. No solo nos relacionamos con familiares y amigos cercanos, sino que, gracias a las redes sociales, estamos expuestos a una comunidad mucho más amplia. Esta exposición nos lleva a convivir con quienes tienen formas de pensar diferentes, opiniones opuestas o puntos de vista que no compartimos, lo que dificulta la tolerancia y la armonía.  

El apóstol Pablo, en Romanos 12:18, nos invita a procurar vivir en paz con todos. Este llamado puede parecer complicado, pero es posible al poner en práctica tres principios fundamentales. El primero es aprender a legitimar a las personas. Esto implica reconocer que cada individuo es un ser legítimo con pensamientos, emociones y experiencias propias. Al hacerlo, dejamos de reaccionar con confrontación, controversia o ataque cuando alguien actúa o piensa de manera distinta.  

Por ejemplo, si alguien nos critica, nos difama o habla a nuestras espaldas, podemos elegir no reaccionar con venganza ni con reclamos. En lugar de eso, entendemos que sus palabras reflejan un corazón herido o su propia experiencia, y que lo que dicen no necesariamente es una verdad absoluta, sino su opinión personal. Legitimar a los demás nos permite desarrollar empatía y responder con sabiduría, en lugar de caer en el conflicto.  

El segundo principio es establecer límites. Esto significa decidir quién tiene acceso a nuestro círculo cercano. No todas las personas contribuyen a nuestra paz y armonía; algunas pueden traer negatividad o conflictos constantes. Por eso, es necesario poner barreras sanas e intencionales para proteger nuestra tranquilidad.  

Establecer límites no implica desear mal a los demás ni condenarlos, sino ser responsables con nuestras emociones y bienestar. Si alguien contamina la paz de nuestro círculo repetidamente, incluso después de recibir varias oportunidades, debemos alejarnos con amor y sin resentimientos. Es un acto de autoestima y madurez que nos permite mantener la armonía que hemos recibido de Dios.  

El tercer principio es aprender a callar. A veces, el silencio es más poderoso que las palabras. Cuando estamos en un entorno donde las ideas o formas de pensar de los demás no coinciden con las nuestras, no es necesario imponer nuestras opiniones. Es importante observar, respetar y no interferir en el espacio de los otros.  

No se trata de ser hipócritas, sino de ser sabios al elegir qué decir y cuándo callar. Guardar nuestras opiniones en ciertos momentos nos ayuda a evitar conflictos innecesarios y a mantener la paz, tanto en nuestras relaciones como en el entorno donde nos encontramos.  

Estos tres principios, legitimar a los demás, establecer límites y aprender a callar son herramientas poderosas para aplicar lo que el apóstol Pablo nos enseña: hacer todo lo posible por vivir en paz con todos.  

ORACIÓN

Padre celestial, gracias por la oportunidad de aprender de tu palabra y por las enseñanzas que nos das para vivir en armonía con los demás. Te pedimos que nos ayudes a legitimar a las personas, establecer límites saludables y guardar silencio cuando sea necesario. Danos la sabiduría para aplicar estas verdades en nuestras relaciones, permitiendo que tu paz reine en nuestros corazones y en nuestro entorno.  

Te pedimos que bendigas nuestras relaciones, que las guíes y las supervises. Llénanos de amor, paciencia y comprensión para reflejar tu luz en nuestras interacciones. Gracias por tu dirección y por la paz que solo tú puedes dar. Oramos en el nombre de Jesús de Nazaret. 

Amén y amén.  

¡Bendiciones!