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Una Seรฑal Celestial

๐‘ซ๐‘ฌ๐‘ฝ๐‘ถ๐‘ช๐‘ฐ๐‘ถ๐‘ต๐‘จ๐‘ณ: AL QUE NO CONOCIร“ PECADO, POR NOSOTROS LO HIZO PECADO

2 Corintios 5:21 NTV 
 
Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.
 
Cuando yo leo una escritura como esta y veo que, Jesucristo tuvo que venir y padecer, se me viene a la mente un cuadro grotesco de como Él sufrió; se me viene a la mente una imagen grotesca, fuerte, dura, difícil de cuanto Él padeció, de cuánto Él sufrió. 
 
Nos lo han mostrado muchas veces en las películas, nos lo han mostrado muchas veces en la pantalla grande, en el cine, en la televisión. Aquellas películas que un día dramatizaron lo que es la pasión de Cristo, la muerte de Cristo, la entrega de Él. Es inevitable darnos cuenta que todas esas películas se quedan cortas a lo que fue la realidad.
 
El Señor Jesucristo, que no conoció pecado, que no hizo ningún pecado, que no cometió ningún mal, ninguna maldad, cuando lo compararon con el peor de los criminales de la época que era Barrabás, cuando lo compararon con él, y lo sacaron al pretorio para que la gente pueda escoger a quién de los dos crucificaban, cuando lo pusieron a competir con el peor criminal de la época. Nuestro Señor perdió, perdió y perdió de forma apabullante, la gente prefirió al peor ladrón de esa época para que permanezca vivo.
 
Cuando yo veo todo ese dolor y todo ese sufrimiento, veo que no fue producto de la casualidad. A veces se ha debatido mucho entre que si fueron los romanos quienes crucificaron a Jesucristo, o que si fueron los judíos los que lo vendieron, los que lo entregaron, que si fue Judas; mucho se ha debatido entre quien fue en realidad el que crucificó al Señor Jesucristo.
 
Sin embargo, muchas veces las personas no caen en cuenta que no fueron los romanos los que vendieron a Jesucristo o los que lo crucificaron, no fueron los judíos los que lo traicionaron. La Biblia dice Juan 1:11: A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron, ni siquiera fue Judas. No fueron tampoco los clavos que mantuvieron a Jesucristo ahí en esa cruz, lo que sostuvo en la cruz del Señor Jesucristo fue la convicción de que era necesario, que Él se hiciera pecado.
 
Él estaba seguro que era necesario morir y padecer para poder rescatar la vida de cada uno de nosotros. Él es puro, pero se convirtió en pecado para que la ira de Dios sea derramada, no sobre la creación, sino sobre el mismo Creador. 
 
La ira de Dios tenía que recaer, pero no quería derramar esa ira sobre la creación, no quería derramar esa ira sobre nosotros. Su amor fue tan grande, fue tan puro por cada uno de nosotros, que ese amor no le permitió, ver derramar toda su ira sobre nosotros y prefirió derramarla completamente sobre Él.
 
Cuando Jesucristo, no conoció pecado, sino que se convirtió en pecado por nosotros, cuando el inocente se vio cubierto de todos los pecados del mundo, cuando el inocente fue a pagar el precio, en ese momento es que nosotros tenemos que darnos cuenta de todo lo que Él estuvo dispuesto a hacer por nosotros.
 
¿Y saben qué? Hoy que estamos pasando  tiempos críticos, en medio de esta humanidad, hoy que estamos pasando por tiempos de angustia, de desesperación, donde caemos y volvemos a lo básico de la vida, volvemos a las bases, es ahora más que nunca, cuando valoramos lo que Él hizo por nosotros. 
 
A veces nosotros le hemos dado la espalda a todo lo que Él hizo a su obra, y le hemos dado la espalda por estar corriendo en nuestro propio estilo de vida, nuestro propio sistema, corriendo del trabajo a la escuela, del trabajo a la casa, después ocupados en quehaceres; sin mantener una relación de cerca con Él, y Él lo que siempre quiso fue estar cerca de nosotros.
 
Esa fue la razón por la cual Él decidió morir, por la cual decidió hacerse pecado por nosotros, para estar cerca de nosotros y es hasta ahora que vivimos tiempos de angustia, cuando podemos acercarnos o queremos acercarnos nuevamente a Él.
 
Por eso hoy, quiero que juntos podamos conectarnos con el Creador de la vida, hoy quiero que juntos podamos hablar con Él y decirle Señor, ¿sabes qué?, he reconocido que me conviene estar cerca de ti, he reconocido lo importante que es estar cerca de ti, he reconocido que con tal de que pudiera estar cerca de ti, tú pagaste el más alto de los precios; viniste a entregar tu vida, viniste a soportar dolor y sufrimiento con tal de tenerme cerca de ti. Señor, aquí me tienes, aquí estoy cerca de ti. 
 
Vamos a orar para pedirle a Dios que nos permita estar cerca de Él, pero que esto sea de continuo y que eso no sea solamente ahora que tenemos un descanso o un relajamiento en las cuestiones de nuestro ajetreo diario.
 
ORACIÓN
 
Padre nuestro, que estás en el cielo, Señor, en el día de hoy queremos invocar el nombre tuyo e invocar tu presencia, y queremos pedir, Señor amado, que a cada una de las personas que están leyendo El Devocional ahora mismo, pueda venir al corazón de ellos la convicción, la importancia que tiene el pasar tiempo contigo, la importancia que tiene relacionarse profundamente contigo. 
 
¿Sabes Señor?, nos hemos acostumbrado tanto a la rutina a la que vivimos, nos hemos acostumbrado tanto al ajetreo, a los afanes de la vida y muchas veces hasta los extrañamos.
 
Mi Dios, gracias porque tu justicia ha llegado a nosotros, gracias porque la justicia tuya está en nuestro interior, gracias Señor, por la oportunidad que nos diste de reconciliarnos contigo.
 
Hoy también decidimos voluntariamente entregarnos a ti, pasar tiempo contigo, recibir descanso, recibir de tu paz en medio de nuestras angustias, en medio de nuestras dificultades, decidimos confiar en ti, hoy decidimos que tú serás nuestro sustento. 
 
Hoy nos soltamos completamente en tus manos, nos damos cuenta lo importante que es volver a lo básico, nos damos cuenta que corremos y nos afanamos por gusto y que es tan fácil vivir de forma básica. 
 
Mi Dios, hoy entrego en tus manos a cada persona, en el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret. 
 
Amen y amen.

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