Juan 6:66 (NTV) A partir de ese momento, muchos de sus discípulos se apartaron de él y lo abandonaron.

La historia dice que cuando Jesús empezó a explicar una enseñanza que era difícil de comprender, sus discípulos no le entendieron y no aceptaron ese conocimiento, recordemos que los discípulos no sólo eran doce, sino muchos más y en esta enseñanza ellos le pidieron a Jesús que les diera una demostración de que Él era el profeta que estaban esperando.

Porque, así como Moisés hizo caer pan del cielo y les demostró que era enviado de Dios, querían una prueba de su poder, Jesús les dijo: “No fue Moisés el que hizo caer el pan del cielo, fue mi padre celestial el que hizo que descienda el pan, y ahora, ha hecho descender el pan de vida, y yo soy el pan y el que coma de mi cuerpo y beba de mi sangre, tendrá vida eterna”. 

En ese momento los discípulos reaccionaron de una manera sorpresiva, porque no entendían a qué se refería con comerse su cuerpo y beber su sangre, ellos podían comer a un cordero y desangrarlo en la pascua, pero no entendían que Cristo era el cordero que quita el pecado del mundo. Ante algo difícil de entender reaccionaron abandonando.

Te quiero hacer una pregunta directamente a ti, ¿qué haces ante la dificultad? ¿Cómo es tu reacción ante las cosas difíciles de entender? Yo sé que es difícil entender una enfermedad, la muerte, las complicaciones matrimoniales, pero ¿qué haces tú ante la dificultad?, ¿abandonas?, ¿te vas? 

Quiero que reflexiones y pienses si eres un verdadero discípulo o uno que ante la dificultad abandona, eres un discípulo que solo estás cuando las cosas salen bien, cuando todo es alegría, aplausos, sanidad y milagros o también estás ahí cuando no entiendes la visión, cuando las cosas se complican, cuando hay dificultad ¿Qué tipo de discípulo eres? Ante la dificultad debes mantenerte firme y sólido como los otros doce discípulos. 

ORACIÓN

Señor gracias por enseñarnos a ser constantes, firmes, con un carácter sólido, que ante las dificultades avancemos, afrontando y asumiendo, sin abandonar, porque confiamos que estás ahí guiándonos. 

En el nombre de Jesús.

Amén y amén.

¡Bendiciones!