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Una Seรฑal Celestial

๐‘ซ๐‘ฌ๐‘ฝ๐‘ถ๐‘ช๐‘ฐ๐‘ถ๐‘ต๐‘จ๐‘ณ: Cร“MO APRENDER A VER LO INVISIBLE

Hoy estuve leyendo una historia bien interesante, acerca de un ejemplo de fe que se encontró en la pared de un campo de concentración allá en la vieja Alemania, donde los judíos fueron sometidos, encarcelados y donde ellos fueron prácticamente más que esclavizados, prácticamente fueron torturados.

 

En esos campos de concentración se les encarcela a los hombres, se les ponía a trabajar, hacer labores pesadas, no se les daba alimento, morían desnutridos, flaquitos, la piel pegada prácticamente a los huesos, morían muchas veces de sobrecarga de tanto trabajo que los ponían a hacer. Los torturaban de una manera increíble, los encerraban en prisiones oscuras y los aislaban. Y esta historia es un ejemplo de fe, porque se encontró en una de esas paredes de prisión de un campo de concentración.

 

Sobre esa pared un prisionero judío en su época, hace unos 70 años atrás, grabó las siguientes palabras y él puso ‘Creo en el sol, aunque no brille, creo en el amor, aunque no lo expresen, creo en Dios, aunque no hable’. Estas palabras fueron descubiertas en un campo de concentración y esta persona que lo escribió, pues era un judío creyente de la Palabra de Dios; difícilmente podía ver el sol porque estaba prisionero en la oscuridad.

 

Esta persona veía o aprendió a ver lo invisible, aunque no veía el sol, para él era invisible, pero lo veía; a él no le expresaron amor. Los alemanes le arrebataron a su esposa, le arrebataron a sus hijos, lo torturaron, no le daban de comer, lo esclavizaron, lo mandaban a hacer trabajos o labores súper pesadas.

 

Sin embargo, él decía creo en el amor, aunque no lo expresen; él podía ver lo invisible, él veía el amor donde no estaba. Nosotros tenemos que aprender a ver lo que no estamos experimentando, lo que todavía no hemos recibido. 

 

En el tercer renglón, este hombre escribió Creo en Dios, aunque no hable, aunque no me responda, aunque no conteste mis peticiones, creo en Dios, creo que Él está ahí, creo que Él está vivo.

 

 

Muchas veces nosotros necesitamos esa fe, necesitamos esa convicción, necesitamos aprender a ver lo invisible. Usted, ¿qué es lo que ahorita no está viendo? ¿Qué es lo que dejó de ver?, si lo dejó de ver no es porque no exista, tiene que creer que existe. Si no lo está viendo es porque hay que hacer algún cambio, hay que hacer alguna modificación, pero usted tiene que creer que eso que anhela existe y es real. 

 

Este hombre estaba encarcelado a oscuras y en esa pared escribió que creía sin ni siquiera verlo; yo me imagino a esta persona que trazó esas palabras en la pared, trato de imaginarme la mano esquelética que estaba agarrando ese vidrio roto o la piedra con la que talló, con la que marcó esa pared, trato de imaginar los ojos cerrados que trataron de ver a través de la oscuridad mientras grababa cada letra, esos ojos que tal vez ni siquiera podían ver las letras que escribía. 

 

¿Qué manos pueden haber grabado tal convicción?, ¿qué ojos pudieron haber visto bien en medio del tal horror que vivía, que experimentaba este hombre? Hay una respuesta, los ojos que pudieron haber visto, son los ojos que escogieron ver lo invisible. 

 

ORACIÓN

 

 

Padre, en el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret, en esta mañana, mi Dios. Nosotros queremos invocar tu presencia, queremos darte las gracias por la oportunidad que nos das de estar de pie, gracias por la vida, gracias por permitirnos tener este gran privilegio de tener salud, de levantarnos una mañana más. Gracias, Dios mío, por las fuerzas.

 

Mi Dios, pero a las personas les cuesta ver eso, a las personas a veces solamente ven su oscuridad, solamente ven en el encierro en el que viven, el maltrato que reciben, la falta de amor. Dios, nos ha dado a escoger y nosotros escogemos ver lo invisible, escogemos ver el amor, aunque no nos muestren amor, escogemos ver fuerzas, aunque lo que experimentamos es cansancio, escogemos ver la luz, aunque a veces estamos viviendo en oscuridad. 

 

Soltamos ese corazón, hoy renunciamos a ese corazón y escogemos un corazón sano, un corazón limpio, un corazón que ve con amor, un corazón en el que surgen los frutos del Espíritu, la paciencia, la benignidad, la paz, la bondad, la fe, la templanza, la mansedumbre. Señor amado, hoy quiero pedir para que cada persona que está leyendo El Devocional pueda cambiar la mirada; ellos muchas veces solamente ven su encierro, su oscuridad, la falta de amor, los maltratos que reciben porque escogen ver eso.

 

Señor, hoy como aquel prisionero, hoy como aquella persona, en el campo de concentración, nosotros activamos la fe y decidimos ver, lo invisible para poder recibir eso que estamos esperando, pero que todavía sigue siendo invisible para nosotros.

 

 Amén y amén.

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