Alfa 103.9FM
Una Señal Celestial

𝑫𝑬𝑽𝑶𝑪𝑰𝑶𝑵𝑨𝑳: LA RAZÓN DE NUESTRA ADORACIÓN

Lo que me impacta de este versículo, es cuando dice que los que estaban en la barca le adoraron; era la primera vez que los discípulos le adoraban. Esta historia, esta escena sucede cuando se levanta una gran tempestad y se encuentran los discípulos solos en la barca. El Señor Jesucristo se había quedado del otro lado en la orilla y se ha quedado ahí a reposar un poco y a orar con su Padre.

 

Entonces la tempestad hizo unos fuertes vientos y unas olas agresivas empiezan a abatir la barca en la que iban los discípulos, estaban tan con tanto temor que sintieron la muerte de cerca, sintieron que estuvieron a punto de morir. Cuando el Señor Jesucristo calma las aguas y sube a la barca con ellos, viniendo caminando del mar por las aguas, ellos se tranquilizan y de forma instintiva hacen una acción, la acción de adorar y reconocer que Él era el Hijo de Dios.

 

¿Cuál es la razón de nuestra adoración?, durante todo el tiempo que vemos la historia de la Biblia, no hay una ocasión en que los discípulos adoren al Señor Jesucristo, yo te invito a que abras la Biblia y revises que en realidad, nunca lo hicieron. Nunca antes de esta escena lo hicieron, trata de encontrar un caso, tan solo uno en el que los discípulos lo hayan adorado en grupo y no lo encontrarás, no los encontrarás a ellos, por ejemplo, adorando cuando sana al leproso; no, no lo adoran, ni cuando perdona a la adúltera, ni cuando predica a las multitudes. 

 

¿Estaban dispuestos a seguirle? ¡Claro que sí!, estaban dispuestos a seguir el plan, le creían, seguramente era súper lindo, súper bonito pasar tiempo con Él, comer con Él, ir a donde él iba, andar todo el tiempo con Él.

 

Pero no le adoraban, no le habían adorado, estaban dispuestos solamente a seguirle y creerle, estaban dispuestos incluso a dejar a su familia, dispuestos a echar fuera demonios y obedecer lo que el Señor Jesucristo les pidiera que hicieran. Estaban dispuestos a estar en el ejército, pero después del incidente en el mar lo adoraron.

 

¿Por qué lo adoraron?, muy simple, en esta ocasión los salvos eran ellos, no lo adoraron cuando sanó al leproso, porque no eran ellos el leproso, no lo adoraron cuando perdonó a la mujer adúltera, porque no eran ellos la mujer adúltera, no lo adoraron cuando predicó a las multitudes, porque ellos no se incluyeron entre las multitudes, pero sí lo adoraron, cuando las aguas azotaron la barca en la que ellos estaban, cuando estaban al punto o al borde de la muerte.

 

 

¿Y por qué razón lo adoraron en ese momento? Ah, porque ahí, ahí la vida de ellos peligraba, ahí fueron ellos los que fueron salvos. Si nosotros somos salvos, uno de los distintivos de nosotros debería de ser la adoración; una acción que debería de nacer y de brotar naturalmente en nuestro corazón, donde nadie tiene que pedirte, levanta las manos, canta, adora. Sino que nosotros, los salvos, los que hemos reconocido la salvación que Dios ha dado a nuestra vida, entonces nos convertimos en adoradores.

 

Es razón de adoración, porque cuando sabes que ha sido rescatado de la muerte y sabes que fuiste rescatado por el Hijo de Dios, entonces reconoces estos dos factores; reconoces que Él es digno de adoración, y reconoces que Él es el único que puede salvar, que no hay otro nombre dado a los hombres en el cual pueda haber salvación, sino en el Señor Jesucristo de Nazaret.

 

Por eso en este devocional hoy quería hablarte de la razón de nuestra adoración, ¿y sabes? cada que tengo oportunidad adoro a Dios; no espero a que sea el domingo en la iglesia, cualquier oportunidad es buena, en mi vehículo, cuando hay una canción en mi casa, cuando me encuentro en mi oficina privada con un poco de canciones de adoración, me pongo de pie y levantó las manos o me pongo de rodillas y exalto. 

 

Adoro el nombre de Dios y especialmente cuando tengo esa cita que para mí es sagrada, es una cita única los domingos, donde Él y yo tenemos una cita, donde yo llego a la iglesia y por más que esté llena, siento que el vino al encuentro conmigo nada más a solas, donde yo vengo y le digo a Él lo que siento por Él, donde yo vengo y le doy gracias, donde yo vengo y le entrego mi familia. 

 

Los salvos, tienen una razón para adorar y la razón de nuestra adoración es que nos rescató de la muerte. Los discípulos nunca lo habían hecho antes, no lo hicieron cuando salvó o sanó a otras personas, ustedes verán que ni siquiera lo adoraron cuando sacó de la tumba a Lázaro y lo resucitó después de cuatro días de muerto; no, lo hicieron solamente cuando fueron salvados de los golpes de las grandes olas y esa tempestad que les amenazaba de muerte. 

 

¿Y por qué? Claro, porque ahora eran ellos los que estaban siendo salvos. Si tú eres salvo, tiene que verse, se tiene que notar, tiene que manifestarse en la forma en la que tú adoras al Creador. Vamos a hablar con Él en oración y decirle Señor, a partir de ahora entiendo cuál es la razón de mi adoración. 

 

ORACIÓN:

 

 

Padre, en el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret. En este día yo quiero darte las gracias por la oportunidad que nos das de estar de pie, Señor, y por revelarnos tu Palabra, Señor, y hacernos ver y entender con un solo versículo mi Padre, que los discípulos no habían antes adorado, porque no se les había revelado todavía que tú habías venido a salvar a todo el que estaba perdido, a todo aquel que necesitaba ser rescatado.

 

Mi Señor hoy entendemos que si somos salvos, que si se nos ha revelado que tú nos viniste a rescatar de la muerte, necesitamos naturalmente adorar, exaltar tu nombre, reconocer que eres el Hijo de Dios, que en ningún otro hay salvación; que eres digno de alabanza, que eres digno de adoración. 

 

Nosotros lo vamos a hacer tan bien como los discípulos, pero no esperaremos a estar al borde de la muerte, no esperaremos a estar en peligro.

 

Nuestra adoración Señor, la razón de nuestra adoración es porque somos salvos, porque los salvos son los que te adoran, los salvos son los que te exaltan, los salvos son los que te reconocen y te honran. 

 

Hoy te damos gracias por esa salvación, te damos gracias por esa obra que has hecho en nuestras vidas, hoy te damos gracias por lo que tú estuviste dispuesto a hacer para rescatarnos y ahora nosotros estamos dispuestos a adorar, exaltar y bendecir tu santo Nombre.

 

Gracias Padre, en el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret oremos. 

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