- 8 Nov 2021
- Category: Devocional
𝑫𝑬𝑽𝑶𝑪𝑰𝑶𝑵𝑨𝑳: LA SOLUCIÓN PARA EL DESÁNIMO
¿Cuál es la solución para el desánimo?, necesitamos nosotros escuchar que Dios aún tiene las riendas cuando nosotros nos encontramos en medio de un problema, sentir o saber que Él todavía está en control, nos da aliento, nos da ánimo, nos da esperanza, nos da fuerza.
Cuando sentimos que Dios se ha salido de nuestras situaciones, que Dios ya no está en medio de nuestras tormentas, es cuando empieza el desánimo a cobrar fuerza, es cuando el desánimo empieza a ganar terreno sobre nuestras vidas y es cuando de repente sentimos que todo está por terminar, que todo está por acabar.
Una de las soluciones para el desánimo es saber y escuchar que Dios aún tiene las riendas; necesitamos escuchar que no se acabará hasta que Él lo disponga. No terminará todo, no quedará todo a medias, no quedarás en el fracaso, no quedarás en el intento nada más; hasta que Dios disponga. Entonces si terminará, pero si no lo dispone, tú tienes que seguir perseverando y tienes que seguir resistiendo.
La solución para el desánimo, es cuando necesitamos oír que los percances y las tragedias no son motivo suficiente para darnos por vencidos, vamos a experimentarlos continuamente, son situaciones de la vida tropiezos, tragedias, golpes, dolores, traiciones, gente que nos da la espalda, cosas que se complican, cosas que no salen como esperábamos.
Es parte de la vida; si en algún momento estás viviendo una situación complicada, difícil, tienes que saber que es la vida, que es parte de la vida y que no deberías darte por vencido tan fácilmente. Creo que una de las funciones principales de los padres es hacer hijos fuertes y resistentes y dejarlos enfrentar la dificultad, porque cada que enfrentamos la dificultad les permitimos que se conviertan en más fuertes, más resistentes; cada que permitimos que nuestros hijos enfrenten un obstáculo y lo logren librar por ellos mismos para la siguiente ocasión serán más fuertes y resistentes.
Creo yo, que así mismo es como hace el Señor para con sus hijos, nosotros sus hijos nos permite vivir ciertas situaciones, ciertos obstáculos, dificultades, tormentas de la vida, con la única intención de hacer de nosotros unos hijos más fuertes, unos hijos más resistentes. Tenemos que estar motivados para mantenernos firmes en medio de la dificultad.
Hay una frase o más que una frase, algo que decía muy importante «Cuando un tren atraviesa un túnel y oscurece, no tiras el billete y saltas. Quédate quieto y confía en el conductor». Corrie ten Boom.
Eso es lo que tenemos que hacer, si tú vas en un tren como pasajero y el tren va atravesando un túnel profundo y largo y se oscurece todo a tu alrededor y no sabes cuánto falta para terminar, no sabes qué es lo que hay en medio de la oscuridad. ¿Te tiras del túnel?, para nada, esperas, confías, te sientas, te mantienes firme y sabes que el chofer tiene el control en sus manos y que te sacará de ahí.
Y eso es lo que deberíamos de hacer en cuanto al desánimo. Por eso la solución para el desánimo es aprender a confiar en Dios, aprender a esperar en Dios, aprender y conocer que no hay nada difícil para Él.
Entonces, pastor Miguel Montoya, cómo lidiamos con el desánimo, la solución, la cura para la desilusión, para el desánimo, es regresar la historia. Recuerda tu historia, léela una y otra vez, recuerda que no es la primera vez o la primera persona que ha llorado, no eres la primera persona en recibir ayuda, no ha sido la primera vez en que has clamado a Dios; recuerda tu historia, vuélvela a leer.
¿Sabes?, hay algo que a mí me da tanto aliento en medio del desánimo, tantas fuerzas en medio de la desilusión. Lo que me levanta y me fortalece es volver a leer mi historia, volver a recordar mi historia, recordar que un día Él me ayudó a atravesar la frontera para llegar a esta nación y que me libró, recordar que un día Él me ayudó en un trámite que estaba esperando que fuera probado y que era imposible y que el Dios de los imposibles, me respondió y me dio la respuesta.
Cuando estoy enfrentando desilusión y desánimo, vuelvo a leer mi propia historia, y a recordar cuando hace tres años me sacó adelante de la crisis más fuerte de mi vida, que fue un accidente vehicular en donde toda mi familia estábamos literalmente postrados en una cama del hospital.
Mi hijo estaba a 40 minutos del hospital en el que estaba mi esposa y yo en una cama, separados solamente por una pared de un cuarto a otro. Mi esposa, tendida con las piernas sin poder moverlas, pasó por cirugías, yo con dolor y a otros 40 minutos de distancia mi otro hijo conectado con varios cables en su cráneo, tratando de reanimarlo porque había perdido el conocimiento y finalmente perdió la batalla a los 5 días después del accidente y falleció.
Lo que me mantiene firme y la solución para el desánimo y la desilusión es volver a leer la historia, recordar todas las ocasiones que Dios me ha ayudado. Todas las ocasiones que Él me ha dado la victoria. Todas las ocasiones que por difícil que haya sido y enfrentado, ahí estaba Él para levantar mi mano.
Vuelve a leer tu historia, vuelve a recordar lo que has vivido, los triunfos que Dios te ha dado y te darás cuenta que esto, que esta dificultad o desánimo que estás pasando ahora mismo, no se compara, con lo que ya Él ha hecho en tu vida y de los lugares y situaciones de las que Él ya te ha sacado.
ORACIÓN
Padre, en el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret, en el día de hoy queremos darte las gracias por la oportunidad de la vida, porque por medio de tu palabra vienes e infundes aliento cuando más lo necesitamos. Nos has dicho mi Padre que, la solución para el desánimo es volver a recordar nuestra historia, es volver a leer el libro que nos pertenece a nosotros mismos; las historias de las cuales, podríamos narrar y decir, en las que tú nos has ayudado, nos has salvado y nos has levantado.
Señor, el desánimo que estamos enfrentando ahora mismo no se compara con todo aquello que ya un día nos libraste; aquellas situaciones tan complicadas y difíciles de las cuales solo tú nos pudiste sacar adelante.
Así que, la verdadera solución para el desánimo, mi Padre, hoy lo has dicho y es seguir confiando en ti y seguir creyendo que no has terminado con nosotros y con nuestra vida, que sigues escribiendo nuestra historia.
Señor, gracias por las victorias que nos has dado, ¡Gracias!, exaltamos tu nombre, por las veces que has metido tu mano para rescatar nuestra vida. Te agradecemos, Señor, por todas las fuerzas que nos has dado y hoy pedimos que fuerzas nuevas vengan, porque las fuerzas pasadas ya no alcanzan para sacar adelante nuestras dificultades.
En el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret oramos.
Amén y amén.
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