Lucas 18:1 (NTV) Cierto día, Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles que siempre debían orar y nunca darse por vencidos.

Este tema, lo queremos enfocar a esa práctica tan maravillosa que el Señor Jesucristo nos dio como regalo y es la oración, y esta no solamente es un privilegio que nos da Dios para acercarnos a Él, sino que es un regalo o una herramienta que nos ayuda a entrar a los grandes tesoros que el Padre tiene reservados para nosotros.

Todas las respuestas que Él tiene para nuestra vida están al alcance de una oración, pero el error más grande que cometemos es el de dejar de perseverar, cuando una persona deja de intentar y se da por vencido en la oración, es cuando vienen bloqueos para nuestra vida. 

¿Por qué sentimos que el mundo se nos viene encima? Porque dejamos de perseverar, Jesucristo dijo que siempre deberíamos orar y nunca darnos por vencidos. Cuando nosotros tenemos una petición para Dios en oración y esta no es contestada, no es porque Él no quiera o no pueda responder.

Muchas veces, lo que Dios espera de nosotros son dos cosas importantes, la primera, la perseverancia, Él quiere que nosotros seamos pacientes y que desarrollemos la resiliencia, y la segunda, el Señor quiere formar nuestro carácter y que eliminemos todos esos sentimientos y pensamientos negativos de nuestro corazón. 

Por ejemplo, muchas veces nosotros anhelamos algo y sí Dios también quiere llevarnos para allá, pero seguimos en nuestro interior con odios, enojos, furia, envidia, chismes, mentiras, entre otras, y antes de que el Señor nos dé su respuesta, primero quiere forjar nuestro carácter, Él primero quiere obrar en nuestro interior para darnos la respuesta que tanto anhelamos.

Es decir, no es que Dios no tenga el poder para responder nuestras oraciones, es que muchas veces nosotros mismos hemos impedido la obra del Señor en nuestras vidas y por eso no hemos visto su respuesta.

Si tú te habías dado por vencido en cuanto a una petición que venias haciendo hace semanas o meses atrás y la abandonaste, mejor pregúntate dos cosas, ¿ya desarrollé la paciencia que Dios espera de mí?, ¿ya permití que Dios trabajara en mi carácter, en mi orgullo, arrogancia o mentira? 

Si tú ya hiciste esto, quiere decir que tu respuesta viene pronto, está muy cerca, sigue insistiendo y perseverando, porque Dios sabe que no debemos darnos por vencidos. A partir de ahora aplica esto en tu vida, no te afanes, porque los planes que el Señor tiene para ti son más que perfectos, solamente tienes que esperar con paciencia y nunca darte por vencido.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret te damos las gracias por la oportunidad que nos das de conectarnos a ti por medio de tu palabra.

Señor, hoy entendimos qué tan importante es seguir perseverando y nunca darnos por vencidos en la oración, muéstranos si tenemos varias cosas para trabajar en nuestro carácter, qué es lo que tú quieres cambiar en nuestro interior para ver la respuesta en nuestro exterior. 

Revélanos si hemos sido lo suficientemente persistentes y hemos desarrollado la paciencia necesaria.

En el nombre de Jesús

Amén y amén.

¡Bendiciones!