Alfa 103.9FM
Una Seรฑal Celestial

๐‘ซ๐‘ฌ๐‘ฝ๐‘ถ๐‘ช๐‘ฐ๐‘ถ๐‘ต๐‘จ๐‘ณ: SERVIR A DIOS

 

Aquí está hablando el apóstol Pablo, que no debería de haber entre nosotros diferencias, Dice que unos son los que siembran, otros los que riegan, unos los que plantan, otros los que cosechan y está hablando que todos somos colaboradores de Dios, eso es lo importante.

 

Hay otra versión donde dice que somos colaboradores de Dios. Por eso es que, en el día de hoy, quiero hablarte acerca de servir a Dios. De verdad, es maravilloso cuando dejamos de trabajar para Dios y comenzamos a trabajar juntamente con Dios.

 

Yo soy un pastor hace ya 14 años, ininterrumpidos, 14 años en que yo he servido para Dios, y en algún punto, muy al principio, te podría decir que yo trabajaba para el Señor. Sin embargo, llegó un momento en el cual dejé de trabajar para Dios y comencé a trabajar juntamente con Él, a hacer de esta palabra una realidad en mi vida, en la palabra que dice que somos colaboradores de Dios

 

Entonces, en algún momento de mi vida, al principio veía a Dios como el jefe, como el director de la empresa, como el director de la compañía, el que daba órdenes, el que pedía que se hicieran ciertas cosas, lo miraba yo como el dueño, el director ejecutivo de la compañía y tenía que obedecer y tenía que entregarle resultados. 

 

Antes, cuando trabajaba para Él, yo sentía que tenía su oficina, su trono, y que yo tenía mi territorio o mi propia oficina, o mi propio espacio donde yo trabajaba y podía contactarlo cuantas veces quisiera, claro, porque yo tenía acceso a su oficina, siempre estaba disponible mediante una llamada o mediante un mensaje de texto o WhatsApp, porque así es como yo me manejo con Dios porque hoy las comunicaciones son así, ‘¡Hey! Señor mira, está pasando esto’, ‘está pasando aquello’, ‘necesito de tu ayuda’, ‘necesito que se abra esta puerta’, ‘necesito que este contrato se abra’, ‘que se de este plan, este proyecto que quisiera alcanzar, que quisiera lograr’.

 

Yo lo veía a Él como un jefe y ¿sabes? En algún momento, llegué a dejarlo de ver como jefe y empecé a verme como colaborador, porque en Corintios 3:9 dice, ‘Pues ambos somos trabajadores de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.’

 

Cuando empecé a verlo como colaborador, empecé a quitar las cargas de encima. Yo me ponía cargas, porque tenía que cumplir, porque tenía que responder. En alguna ocasión, en algún momento alguien me preguntó y me dijo: - Pastor, y ¿cómo vamos a hacer para pagar el edificio? ¿Cómo vamos a hacer para pagar la iglesia? 

 

Te voy a contar una anécdota; cada primero de octubre, nosotros teníamos que pagar la cantidad de 100 mil dólares, para poder terminar la deuda de la iglesia porque la estábamos comprando, financiada por la misma dueña y no por un banco. El lapso era para pagarlo en 5 años, pero sobrenaturalmente lo pagamos en solamente tres años y medio.

 

 

¿Cómo lo hicimos? Entendí una cosa, yo soy colaborador de Dios y un día me preguntaban algunas personas me decían; ‘Pastor, ya se viene el primero de octubre, no hay dinero, ¿cómo vamos a hacer para pagarlo?’ Me acuerdo haber respondido a esa pregunta, y les dije, ‘Eso no es mi problema, no es mía la obra, no es mía la Iglesia, eso es problema de Dios, Él verá cómo lo resuelve, cómo lo hace.’

 

Pero antes, cuando lo veía como un jefe y un trabajador de él, entonces me cargaba. Entonces yo tenía que resolver, entonces yo tenía que buscar los medios, las formas, y me sentía presionado, cargado. Hasta que dije ‘No, yo no, no es mía la obra, no soy yo el que la lleva, es Dios y yo soy colaborador nada más, Él se encarga de cuidar su obra.’

 

Entonces, Señor, hay que pagar, son cien mil dólares que se necesitan, así que lo que me pidas que haga y lo que quieras o esperes de mí, aquí estoy disponible. Estudié la responsabilidad, estudié la obra, eres Tú el que cuidas la obra, así que lo que necesites de mí, aquí estoy.

 

Nunca, Dios nos soltó, nunca dejó de sorprendernos; cuando lo empiezas a ver y verte a ti como colaborador de Él y no como el trabajador o como el jefe, que Él es el jefe y tú el trabajador, entonces las cargas se te van a quitar de encima.

 

Es verdad, la vida de servicio es cíclica; hay personas que en algunas ocasiones o en alguna temporada están sirviendo, y alguna temporada dejaron de servir, y ya; no sé, se cansaron, no atendieron al llamado, no le pusieron pasión, no encontraron en Dios el vacío que ellos trataban de llenar de otra manera.

 

Hay miles de razones o causas por las cuales las personas dejan de servir. Llevo 14 años sirviendo a Dios y es lo mejor que me ha pasado en la vida, por eso hoy quería hablarte acerca de servir al Señor. Él, aunque no es un jefe, es el que mejor paga, eres colaborador, se convierte en tu socio más que jefe, se convierte en tu socio, hace una alianza contigo y te dice Mira, si tú sirves para mi obra, para mi reino, Yo voy a servir para tu familia, Yo voy a servir para tu matrimonio y Yo voy a servir a tus hijos. 

 

Y esa, es la mejor alianza que podríamos tener; conviértete en un colaborador de Cristo, como dice la Palabra de Dios, nosotros somos sólo colaboradores del Señor. 

 

ORACIÓN

 

 

Padre, en el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret, hoy quiero darte las gracias por la oportunidad que nos das de aprender de tu Palabra. Hoy descubrimos, que somos colaboradores tuyos, y qué diferencia, ser un colaborador, ser un socio a ser un mero trabajador, nada más del Reino.

 

Señor amado, hoy yo quiero orar por aquellas personas que de alguna forma han sentido cansancio, han sentido, que no tienen más fuerzas para seguir avanzando en su llamado, en su ministerio, en el servicio que hacen, en la vocación que les has dado, la profesión a la que les has llamado.

 

Mi Dios, hoy especialmente oro por los pastores, consiervos míos, que así como yo imagino hay varios momentos o episodios de su vida en las que piensan y dicen ¿valdrá la pena seguir? ¿Valdrá la pena continuar? en donde les invaden los pensamientos, los ataques del enemigo y muchas veces también, las críticas de las personas. 

 

Hoy oro por ellos para que se fortalezcan, para que dejen de ser trabajadores y se conviertan en colaboradores, socios tuyos, Señor. Dios bendice a aquella persona que tiene un talento, un don y lo tiene guardado.

 

Que no está sirviendo en tu obra, que no está haciendo algo por tu reino, levántalos nuevamente, si fueron heridos, lastimados, golpeados, rechazados, si no se les tomó en cuenta, permite que sane el corazón de ellos, permite que puedan perdonar y levántalos nuevamente. Que esos dones y talentos no se pierdan, y si los tienes que mover a algún otro lugar, para que sean puestos y activados en otro lugar, en otra área, en otra ciudad, Señor, que así sea. 

 

Pero que todos puedan estar sirviéndose, y que lo hagan desde el punto de vista de ser colaboradores y no trabajadores. En el nombre de Jesucristo de Nazaret. 

 

Amén y amén.

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