Juan 3:29 (NTV) Es el novio quien se casa con la novia, y el amigo del novio simplemente se alegra de poder estar al lado del novio y oír sus votos. Por lo tanto, oír que él tiene éxito me llena de alegría.

Este principio es fundamental. La historia que vamos a explorar se basa en una discusión entre los discípulos de Juan el Bautista y los discípulos de Jesucristo.

Cuando Juan bautizó a Jesús, la noticia se esparció. Poco después, Jesús y sus discípulos también comenzaron a bautizar a otros. Sin embargo, Juan no dejó de bautizar, y sus propios discípulos continuaban con la tarea.

En un momento, uno de los discípulos de Juan se acercó a él y le expresó su inquietud. “Rabí, ese hombre que también está bautizando dice que es el Mesías. ¿No harás algo para impedirle que continúe?”

La respuesta de Juan fue clara y sencilla. “No, amigo. El novio es quien se casa con la novia. Cuando su amigo lo sabe, se hace a un lado y se alegra de escuchar los votos del novio con la novia. Yo ya les dije que no soy el Mesías. Oír que él tiene éxito, me llena de alegría.”

Este principio que Juan enseña es profundamente inspirador. ¿Cuántos conflictos, divisiones y errores podrían haberse evitado en la historia si cada persona entendiera y respetara el llamado que Dios ha dado a otros? Imaginen cuánta paz encontraríamos en iglesias, empresas, organizaciones e incluso en las familias si aprendiéramos a aplaudir el éxito de los demás y reconocer que cada quien tiene un propósito único.

Juan continuó: “Nadie puede recibir nada a menos que Dios se lo conceda desde el cielo. Yo no soy el Mesías; estoy aquí para prepararle el camino a él.” Estas palabras muestran el nivel de madurez y humildad de Juan, quien entendía que su papel era únicamente abrir el camino para Jesús, el verdadero Mesías.

Esto no solo se aplica en contextos espirituales. En casi cualquier lugar, sea una empresa, una escuela, una comunidad, podemos aprender del ejemplo de Juan. Muchas veces, un líder forma a alguien, y cuando esa persona empieza a destacarse, olvidamos que el líder fue quien lo preparó. Juan lo explicó claramente: “Dios da a cada quien como quiere.” Y también dijo, “Él debe tener cada vez más importancia, y yo menos.”

El ejemplo de Juan muestra la importancia de reconocer y valorar el éxito de los demás sin permitir que el ego o el orgullo se interpongan. Su capacidad para alegrarse por el crecimiento y éxito de Jesús, su primo, nos deja una enseñanza de humildad pocas veces vista. Aprender a aplaudir el éxito de otros requiere madurez espiritual y un dominio consciente del ego.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesús, te damos gracias por esta oportunidad de aprender de tu palabra y de este gran ejemplo de humildad. Gracias por la vida y testimonio de Juan el Bautista, quien aceptó su llamado con sencillez y nunca se desvió de su propósito: preparar el camino para el Mesías.

Te pedimos que nos des la humildad y madurez para aplaudir el éxito de otros, reconociendo que sus logros vienen de Ti. Ayúdanos a evitar la envidia y la división, y danos el deseo de hablar bien de nuestros hermanos y celebrar sus triunfos.

Gracias, Señor, por enseñarnos a valorar y reconocer el llamado que das a cada persona. Te pedimos que nos permitas vivir en esta actitud, para que seamos un reflejo de tu amor y humildad. Oramos en el nombre de Jesucristo de Nazaret. 

Amén y amén.

¡Bendiciones!