Romanos 8:20 (NTV) Contra su propia voluntad, toda la creación quedó sujeta a la maldición de Dios. Sin embargo, con gran esperanza.

Muchas veces debemos detenernos a reflexionar sobre lo que ocurre a nuestro alrededor: la maldad, los sufrimientos inexplicables, el dolor que enfrentan personas inocentes, e incluso el sufrimiento en el reino animal y la misma creación. Nos encontramos con preguntas difíciles, como: ¿Por qué suceden estas cosas si existe un Dios bueno y amoroso? Este interrogante ha inquietado a la humanidad por generaciones.

La respuesta la encontramos en la Biblia, específicamente en Romanos 8:20, donde se nos dice: "Contra su propia voluntad, toda la creación quedó sujeta a la maldición de Dios."

Este no era el plan original del Creador. No fue su intención inicial que la tierra y sus habitantes sufrieran. Sin embargo, debido a la desobediencia humana, la creación entera quedó afectada. Fue la serpiente antigua quien engañó a los primeros humanos, haciéndoles creer que podían ser como Dios y no depender de Él. Esta decisión trajo consigo consecuencias para toda la creación.

Aunque no era su voluntad, Dios, en su justicia, permitió que la tierra quedará bajo una maldición. Esto explica por qué vivimos en un mundo donde conviven tanta belleza y tanta maldad.

Hace poco, mientras veía la película Apolo 13 con mis hijos, observamos imágenes reales de la Tierra desde el espacio. Admiramos su majestuosidad: los colores perfectos, los océanos, los desiertos, las montañas, todo perfectamente diseñado. Es un verdadero espectáculo, una obra de arte divina.

Sin embargo, en medio de esa belleza, surge la pregunta: ¿Cómo puede haber tanta maldad en un planeta tan maravilloso? Asesinatos, guerras, robos, envidias, amarguras, rivalidades... La respuesta es clara en la Palabra: "Contra su propia voluntad, toda la creación quedó sujeta a la maldición de Dios."

No obstante, este pasaje no termina ahí. Hay una frase que lo cambia todo: "Sin embargo, con gran esperanza." Aunque la creación fue sometida a maldición, no todo está perdido. Hay una esperanza. Así como quienes hemos creído en Jesucristo hemos sido redimidos y restaurados, también la creación espera su redención final. 

Personalmente, he experimentado la profundidad del dolor cuando tuve que despedir a mi propio hijo. Fue un momento de angustia y lágrimas, completamente en contra de mi voluntad. Sin embargo, incluso en el sufrimiento, sé que hay esperanza. Esa esperanza radica en la presencia de Dios, quien camina con nosotros en medio del dolor y promete un futuro lleno de restauración.

ORACIÓN

Padre celestial, en el nombre de Jesús, te agradecemos por el regalo de la vida. Aunque enfrentemos sufrimientos y pérdidas, reconocemos que esta vida es hermosa, un reflejo de Tu diseño perfecto.

Rogamos por aquellos que están atravesando momentos de angustia: víctimas de abusos, de injusticias, de enfermedades, de pérdidas irreparables. Señor, acompaña a cada persona que se siente abrumada por el dolor. Que sepan que, aunque vivimos en un mundo afectado por el pecado, hay una esperanza viva en Ti.

Permite, Señor, que Tu presencia sea constante en nuestras vidas y que esta esperanza se extienda a más familias, trayendo consuelo, paz y restauración. Gracias porque en Ti encontramos fuerzas para seguir adelante y porque sabemos que, al final, toda la creación será redimida.

En el nombre de Jesucristo, 

Amén y amén.

¡Bendiciones!