- 27 Oct 2025
- Category: Devocional
El Devocional: ¿Cuáles Son Tus Credenciales?
Filipenses 3:5 (NTV) Fui circuncidado cuando tenía ocho días de vida. Soy un ciudadano de Israel de pura cepa y miembro de la tribu de Benjamín, ¡un verdadero hebreo como no ha habido otro! Fui miembro de los fariseos, quienes exigen la obediencia más estricta a la ley judía.
El apóstol Pablo, en este pasaje, está haciendo precisamente eso: mostrando sus credenciales. Esta pregunta nos lleva a reflexionar sobre nuestros logros, lo que nos respalda, nuestra trayectoria y las marcas que hemos dejado en la vida.
¿Qué has hecho que haya marcado un antes y un después? ¿De qué forma has impactado a tu comunidad o al mundo? Todos, de alguna manera, tenemos credenciales. El apóstol Pablo lo sabía, y por eso empezó a enumerar todo aquello que en su vida representaba respaldo: logros, hazañas, trofeos, medallas.
A lo largo de la vida vamos acumulando “medallas” en distintas áreas. Puede ser en la economía, en la salud, en la educación, en la vida familiar, entre otras. Por ejemplo, tener ochenta años y gozar de buena salud es una gran medalla, especialmente cuando hoy muchas personas sufren enfermedades desde los treinta. Diabetes, condiciones metabólicas, dolores crónicos... muchas de ellas producto de la alimentación y la falta de control en los hábitos diarios.
La salud es una credencial, pero también lo es el matrimonio. Una relación matrimonial duradera y saludable, marcada por el amor, la pasión, la conexión y el respeto mutuo, es una medalla muy valiosa. No por el simple hecho de estar juntos, sino por haber cultivado una vida de amor real, más allá de lo que se muestra en redes sociales.
Los hijos también son una credencial. La forma en que los criamos, lo que sembramos en ellos, el ejemplo que les damos. Nuestro trabajo, nuestra profesión, los años de experiencia, la disciplina con la que enfrentamos la vida: todo eso son logros que hablan de nosotros.
Estas credenciales muestran que somos personas con perseverancia. Demuestran que no nos rendimos fácilmente, que superamos tragedias, traiciones, enfermedades o pérdidas. Y sí, todas esas credenciales también las tenía el apóstol Pablo. Pero aun así, nos dejó una enseñanza que sigue siendo relevante hoy.
Pablo declaró que todas sus credenciales no valían nada comparadas con Cristo.
Dijo que todo aquello que logró, sus títulos, su herencia, su obediencia religiosa, todo lo consideraba como basura frente al privilegio de tener a Cristo. Para él, el mayor trofeo, la mejor credencial, la medalla más importante era Jesucristo de Nazaret y su relación con Él.
La única vez que Pablo mostró sus credenciales fue para enseñar que no valen nada sin Cristo. Cuando abrió su “chamarra” para mostrar sus medallas, lo hizo solo para decir: “Todo esto no sirve de nada si no tengo a Cristo en mi corazón.” Él entendía que ser un fiel hijo de Dios, obediente a Su palabra, era la verdadera victoria.
Este devocional quiere recordarte que no te confíes en tus credenciales. No pongas tu seguridad en tus logros o capacidades humanas. Tal vez pienses: “Yo no tengo tantas credenciales como Pablo,” pero eso no importa. Porque al final de la vida, ninguno de esos logros es lo que más cuenta.
Pablo escribió esto al final de su carrera, en sus últimos días. Y lo hizo con un propósito claro: enseñarnos que ningún triunfo en el mundo supera la victoria de tener una relación genuina con Jesús. Esa es la única credencial que realmente importa cuando llegamos a la meta.
ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, te damos gracias por la oportunidad de conectarnos con tu Palabra. Cuánta sabiduría hay en ella, Señor, y cuánta guía recibimos cada vez que nos proponemos leer aunque sea un solo versículo al día.
Gracias, Dios, porque tu Palabra es viva. Al leerla, nos sentimos fortalecidos, motivados y llenos de esperanza. Hoy entendemos que los logros en la vida son importantes hasta cierto punto. Son simplemente escalones que nos permiten avanzar, pero ninguno de ellos tiene el valor que tiene tenerte a Ti en nuestro corazón.
El mayor triunfo que podemos alcanzar es tener una relación profunda, íntima e intachable contigo. Porque al final, la gente no recordará nuestras credenciales, sino el carácter que reflejamos como hijos tuyos. Lo que verdaderamente queda es el testimonio de una vida que reflejó a Cristo.
Por eso, Señor, te pedimos que nos enseñes a darle valor a lo que verdaderamente importa. Cuántas veces le dedicamos tiempo, salud y energía a cosas superficiales, efímeras y pasajeras... cosas que hoy están y mañana desaparecen.
Queremos, como Pablo, ver con madurez que ninguno de esos logros tiene valor comparado con tenerte a Ti. Que esta verdad se impregne en lo más profundo de nuestro corazón y de nuestra mente. Que vivamos cada día con ese entendimiento firme.
Esta es nuestra oración, en el nombre poderoso de Jesús de Nazaret.
Amén y amén.
¡Bendiciones!
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