Génesis 49:1 (NTV) Entonces Jacob hizo llamar a todos sus hijos y les dijo: «Júntense alrededor de mí, y les diré lo que le ocurrirá a cada uno de ustedes en los días venideros.

Jacob está en sus últimos días. Está listo para despedirse. Y es que muchas personas, especialmente quienes ya han vivido muchos años, tienen ese presentimiento de que su tiempo en esta tierra está por terminar. En ese contexto, Jacob llama a todos sus hijos a reunirse con él. Quiere orar por ellos, bendecirlos y declarar lo que sucederá en sus vidas.

Lo que vemos aquí es algo profético. Jacob, también conocido como Israel, está hablando de lo que vendrá para cada uno de sus hijos. Está describiendo el futuro de la nación de Israel, y cómo será todo distribuido: el tema de las tierras, en qué destacará cada uno de ellos, qué sucederá con el mayor, con el menor, con los del medio... Jacob empieza a describir el carácter de cada uno, y a partir de eso, anticipa su destino.

Por ejemplo, habla de Rubén, su hijo mayor. Jacob dice que Rubén fue su hijo en la juventud, vigoroso y fuerte. Sin embargo, también le recuerda un grave error que cometió: Rubén se acostó con una de las esposas de su padre. Jacob tuvo cuatro esposas, y aunque Rubén nació de una de ellas, tuvo relaciones con otra, deshonrando a su padre de una forma muy grave. Por eso Jacob le dice: "Te va a ir mal".

Luego se dirige a otros hijos y menciona su crueldad. Les dice que eran sanguinarios, que mutilaban bueyes por diversión, que eran crueles, que cortaban orejas, patas, y lastimaban a los animales sin razón. Él conocía a sus hijos profundamente, y no se guardó nada al describirlos.

En cambio, de Judá habla muy bien. Le dice: “Tú eres un león. Vas a conquistar. Vas a tomar por el cuello a tus enemigos. Eres un campeón, un vencedor”. Judá recibe palabras de afirmación y victoria.

Este capítulo es fascinante. Te invito a leer completo Génesis 49. Es impresionante ver cómo un padre que ha conocido a sus hijos durante toda su vida puede describirlos con tanto detalle. Y basado en esas características, Jacob les anticipa lo que les espera en el futuro. No fue difícil para él hacerlo, porque conocía a fondo la personalidad, fortalezas y debilidades de cada uno.

Por eso, propongo un ejercicio valioso: Si tienes a tu papá o tu mamá vivos, pregúntales por separado:

— ¿Qué concepto tienes de mí?
— ¿Cómo me describirías desde que era pequeño hasta el día de hoy?
— ¿Qué piensas de mi carácter? ¿Cuáles son mis fortalezas? ¿Qué era algo que se me daba muy bien desde pequeño? ¿Qué consideras que puedo dominar con facilidad?
— ¿Y qué es aquello que no te agradaba tanto de mí, o que veías como una debilidad?

Nuestros padres nos conocen profundamente. Han estado con nosotros desde el principio, han visto nuestras etapas, nuestras virtudes y también nuestras debilidades. Escuchar de su propia boca lo que piensan de nosotros puede ser revelador. Puede darnos una perspectiva clara de quiénes somos y hacia dónde podríamos ir.

Pero, ¿qué pasa si el concepto de nuestros padres no es positivo? Quizás alguno diga: “Pastor, qué vergüenza... El concepto que mis padres tienen de mí es terrible”. Si es tu caso, no todo está perdido. Puedes redefinir ese concepto. Porque hay uno que es más importante que cualquier otro: el concepto que tiene de ti tu Padre Celestial.

Dios, que te creó, tiene un concepto completamente distinto de ti. Él no se limita a tus errores, a tu pasado o a tus fracasos. Dios ve tu propósito, tu diseño, tu capacidad, tu identidad en Él. Si el concepto que escuchas de tus padres no es alentador, apégate al concepto que tu Creador tiene de ti. Vive conforme a lo que Él dice de ti, no a lo que otros hayan pensado o dicho.

Sería un gran ejercicio comenzar preguntando a tus padres. Y luego, en oración, preguntarle a Dios: Padre, ¿qué piensas de mí? ¿Cómo me ves? ¿Cuál es tu propósito para mi vida?

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, te damos gracias por guiarnos con tu Palabra. Jacob conoció profundamente a sus hijos, y por eso pudo describir con tanta claridad quiénes eran. No le fue difícil anticipar lo que les sucedería, porque los observó durante años. Así también nuestros padres nos conocen desde que somos pequeños, y muchas veces mejor de lo que nosotros mismos nos conocemos.

Señor, ayúdanos a explorar y analizar qué concepto tienen nuestros padres de nosotros. Permítenos descubrir cuáles son esas virtudes que vieron en nosotros desde niños, y también esas áreas que han representado más dificultades. Que podamos entender, a través de esas observaciones, quiénes somos realmente.

Pero sobre todo, ayúdanos a descubrir el concepto que Tú, nuestro Padre Celestial, tienes de nosotros. Queremos vivir conforme a tu diseño y propósito, no conforme a los errores del pasado o a lo que otros han dicho de nosotros. Sabemos que nuestro futuro está escrito por ti, y queremos alinearnos con lo que tú piensas de nosotros.

Gracias, Padre. Bendigo a cada persona que está participando de este devocional. Oro por ellos en el nombre poderoso de Jesús de Nazaret.

Amén y amén.

¡Bendiciones!