Romanos 4:6 (NTV) David también habló de lo mismo cuando describió la felicidad de los que son declarados justos sin hacer esfuerzos para lograrlo.

Nos referimos a esto porque el apóstol Pablo escribe acerca de la salvación, la gracia y la importancia de recibir la salvación de Dios como un regalo. Pablo explica que cuando una persona trabaja y recibe su salario, esto es algo normal y esperado, ya que es el resultado de su esfuerzo.

Sin embargo, la salvación no funciona de la misma manera. La Biblia nos enseña que la salvación se recibe por gracia, sin necesidad de esfuerzos o trabajos. Por eso decimos que el mejor salario es aquel que recibimos sin trabajar, refiriéndonos a la salvación. No se trata de lo que hacemos, sino de creer en Jesucristo y aceptar Su sacrificio como sustituto por nosotros.

Para pasar del estado de condenación a la salvación, el único paso que debemos dar es creer que Jesucristo pagó el precio que merecíamos. Él llevó nuestro castigo para que podamos ser libres. En el Antiguo Testamento, se menciona el concepto del "chivo expiatorio", un término que también se usa en el ámbito legal cuando una persona es castigada en lugar de otra. Jesucristo es nuestro chivo expiatorio; Él tomó nuestra condena para que nosotros, los verdaderos culpables, pudiéramos quedar en libertad.

La muerte de Jesús nos ha dado vida; su sacrificio nos ha traído bendición. Él se hizo pobre para que nosotros seamos ricos. Como dice la Biblia en Romanos 4:6: "David también habló de lo mismo cuando describió la gran felicidad de los que son declarados justos, sin hacer esfuerzos para lograrlo."

Hoy, delante de Dios, somos declarados justos, benditos y perdonados, no por nuestras obras, sino por nuestra fe en Jesús. A través de su sacrificio, somos libres de condenación, de muerte y de maldición. Ahora podemos apropiarnos de los beneficios de la cruz: libertad, vida, sanidad, abundancia y bendición.

Si hasta ahora no habías comprendido el significado de la salvación y el papel de Jesús como nuestro sustituto, hoy puedes entender que Él pagó el precio por nuestros pecados. Todos éramos culpables de mentiras, fornicaciones, adulterios, robos y muchos pecados más, pero Jesús tomó nuestro lugar. Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, transformando nuestra maldición en bendición y nuestra pobreza en riqueza.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, queremos darte gracias por la oportunidad de leer Tu Palabra. Qué felicidad saber que hemos sido declarados justos, como lo decía David y lo recordaba Pablo. Nos alegramos porque hemos recibido el mejor salario sin haber trabajado para obtenerlo.

Gracias, Señor, porque a través de Jesucristo, nuestro sustituto, somos libres. Ya no hay condenación ni maldición para nosotros, pues todo fue llevado sobre Su cuerpo. Hoy nos apropiamos de los beneficios de la cruz: libertad, sanidad, abundancia y bendición.

Declaramos que somos libres, justos, perdonados, amados y aceptados. Con Cristo en nuestro interior, estamos cubiertos y tenemos todo lo que necesitamos. Nos llena de gozo y alegría saber que somos más que vencedores, porque sin trabajar hemos recibido el mejor salario.

Gracias, Padre, en el nombre de Jesús de Nazaret.

Amén y Amén.

¡Bendiciones!