Eclesiastés 8:8 (NTV) Nadie puede retener su espíritu y evitar que se marche. Nadie tiene el poder de impedir el día de su muerte. No hay forma de escapar de esa cita obligatoria: esa batalla oscura. Y al enfrentarse con la muerte, la maldad no rescatará al malvado.

¿Cuál es la batalla más oscura? La muerte es, sin duda, la batalla más oscura que todos enfrentaremos algún día. Es el desafío inevitable de la vida, una lucha que solo tiene dos posibles resultados: vencerla y triunfar sobre ella, o ser derrotados. La Biblia enseña que nadie tiene la capacidad de retener su espíritu ni de impedir que se marche. Al fallecer, el espíritu abandona el cuerpo y debemos enfrentar ese momento definitivo. Ese enfrentamiento determina si habitaremos en las moradas celestiales preparadas por Dios o si, por no haber alcanzado la salvación, estaremos eternamente alejados de nuestro Creador.

Lamentablemente, pocas personas se preparan para esta batalla final. No solemos ser conscientes de que ese día llegará y muchos no se alistan para enfrentar ese "examen final". Es similar al proceso educativo de un niño que comienza aprendiendo colores y letras, avanza a frases y lecturas más complejas, hasta culminar con una tesis o un examen de graduación. Todo ese aprendizaje fue preparación para superar ese gran reto. De la misma manera, nuestra vida es una preparación constante para enfrentar el desafío definitivo: la muerte.

Vivimos entre 70 y 90 años, aunque en la comunidad latina la esperanza de vida suele ser más corta, rondando los 65 a 75 años. Sin embargo, son pocos los que se preparan espiritualmente para ese momento. La Biblia no nos habla de la muerte para generar miedo, angustia o presión, sino para darnos esperanza. Dios nos recuerda que todo estará bien, que la muerte es solo un trámite más, y que somos más que vencedores. Al cruzar ese puente, encontraremos la vida eterna.

La vida en este mundo es maravillosa y valiosa, pero a menudo nos aferramos a ella, sin querer soltarla. Es comprensible; nadie dice con tranquilidad: "Estoy listo para partir". Incluso los ancianos, al enfrentar la muerte, buscan sanarse o sus familiares piden a los médicos hacer lo imposible por mantenerlos con vida. Nos resistimos a despedirnos, pero debemos entender que esa batalla es solo un paso hacia algo mejor para quienes creemos en Dios.

La preparación para ese momento es hoy. No debemos esperar. Es fundamental asegurarnos de tener paz y la certeza de la salvación. Pertenecer a Dios, ser lavados por la sangre de Cristo y tener nuestros pecados perdonados es el primer paso. Luego, debemos vivir en plenitud. Jesús dijo: "He venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia". Preguntémonos: ¿Estoy viviendo en abundancia? ¿Estoy disfrutando de mis días al máximo, con mis hijos, mi esposa, mis seres queridos? No permitamos que llegue el día de enfrentar esa batalla oscura con arrepentimientos por no haber dedicado tiempo a lo verdaderamente importante.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, te agradecemos porque tu Palabra siempre nos llena de esperanza. Incluso al hablar de la muerte, nos recuerdas que todo estará bien. Sabemos que es solo un paso más, una batalla que debemos enfrentar, pero que contigo será mejor.

Te pedimos sabiduría para prepararnos para ese momento. Ayúdanos a darle sentido a nuestra vida, a aprovechar cada instante y entender que el tiempo es un recurso irrecuperable. Permítenos ser sabios al invertirlo, para que al llegar ese día no haya arrepentimiento, sino satisfacción por haberlo dedicado a nuestros hijos, a nuestra familia, a servirte y a dejar un legado. Queremos impactar positivamente a quienes nos rodean.

Gracias por hacernos conscientes de esta realidad. Ahora te pedimos entendimiento para prepararnos y enfrentarlo con paz. Oramos en el nombre de Jesucristo de Nazaret. 

Amén y amén.

¡Bendiciones!