¿Sabías que la Biblia nos enseña sobre la protección de Dios no solo en teoría, sino también mediante experiencias vividas en la historia? El salmista, al escribir, reflexiona y recuerda que nuestros antepasados confiaron en Dios y Él los rescató. Ellos clamaron a Él y fueron liberados. Concluye, entonces, que Dios es una protección real y confiable.

La fe del salmista no se basa únicamente en una creencia espontánea; él analiza los eventos históricos y cómo Dios actuó en el pasado. Así, afirma que si Dios ayudó a sus antepasados en Egipto, liberándolos y abriendo el mar para que caminaran en tierra seca, si los protegió y proveyó para ellos en el desierto, ¿cómo podría dudar ahora de Su protección? Para el salmista, Dios sigue siendo su refugio y su lugar seguro en tiempos de angustia.

Este es un recordatorio importante para todos nosotros: la vida no es solo victorias y éxitos. Habrá momentos difíciles y valles que atravesar, incluso tormentas que pondrán a prueba nuestra fe y carácter. Al igual que el salmista, debemos concluir que no hay razón para dudar de la protección de Dios. Él no falló a nuestros antepasados ni en el pasado lejano ni en el reciente, y no fallará hoy.

A veces, en medio de nuestras propias tormentas, nuestra fe puede ser desafiada. Puede que lleguemos a creer que Dios nos ha abandonado o que ya no somos importantes para Él. Estos pensamientos son ataques que intentan alejar nuestra fe de Dios y moverla hacia nuestras propias habilidades. La voz del enemigo nos insta a resolverlo todo por nosotros mismos. Pero debemos recordar que nuestra protección más confiable es Dios, el mismo que ha sido fiel desde tiempos antiguos.

El salmista lo dice claramente en Salmos 22:4-5: "Nuestros antepasados confiaron en ti y los rescataste; clamaron a ti y los salvaste; confiaron en ti y nunca fueron avergonzados." Este clamor, que surge de una confianza en Dios, es esencial. Confiamos en Él no solo porque está escrito, sino porque hemos visto su obra en nuestra vida. Aunque vivamos en otra época y lugar, seguramente Dios también nos ha asistido, en problemas de salud, financieros o en dificultades personales.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, hoy te damos gracias por la oportunidad de acercarnos a ti. Declaramos pública y abiertamente que Tú eres nuestra protección más confiable, el que nunca nos ha fallado ni nos fallará. Eres digno de confianza no solo por lo que leemos en las Escrituras, sino también por las experiencias en nuestro pasado cercano y lejano.

Así como el salmista, recordamos que a todo aquel que te buscó, Tú lo rescataste; al que clamó a ti, lo salvaste; y al que confió en ti, le respondiste. Señor, confiamos en que harás lo mismo con quienes hoy ponen su fe en Ti, porque Tú eres nuestra protección más confiable. Ponemos nuestras vidas, nuestras familias y todo lo que tenemos bajo tu cuidado. Gracias, Padre, oramos en el nombre de Jesús de Nazaret. 

Amén y amén.

¡Bendiciones!