Salmos 34:18 (NTV) El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado.

Esto es lo que Dios nos dice en su palabra, algo que el salmista David expresó con claridad. Más adelante, el Señor Jesucristo también lo mencionó en el sermón del monte, cuando declaró: “Bienaventurados los pobres en espíritu, los quebrantados de corazón”. 

¿Qué tipo de personas describe este pasaje? Podemos entender el concepto de corazón quebrantado de dos maneras principales. Primero, se trata de un corazón quebrantado por el dolor. Este ocurre cuando alguien está experimentando un sufrimiento profundo. No me refiero a una decepción amorosa o un rechazo sentimental, sino a un dolor interno que surge de situaciones devastadoras. Este quebrantamiento puede venir por la pérdida de un familiar, la separación de un matrimonio de años, la detección de una enfermedad terminal o la recepción de una noticia devastadora. Es un dolor tan intenso que cuesta describirlo con palabras.

Recuerdo a mi esposa cuando perdimos a nuestro hijo. Aunque su cuerpo estaba físicamente destrozado, con fracturas en las piernas, la columna y múltiples cirugías, ella decía con firmeza: "Lo que más me duele es acá adentro, en el corazón. Me arrancaron a mi hijo". Su dolor físico no se comparaba con el quebranto interno.

Hoy, la buena noticia es que en medio de ese dolor profundo, Dios está cerca. Él está más próximo de lo que imaginamos, abrazándonos, fortaleciendo nuestras vidas en medio de la pérdida, el sufrimiento y las tragedias.

Por otro lado, encontramos el corazón quebrantado en personas que, aunque no atraviesen tragedias, mantienen una actitud constante de humildad y sencillez. Estas personas han aprendido a romper el orgullo y no permiten que su corazón se endurezca. El orgullo endurece el corazón, lo llena de altanería y lo aleja de Dios. Pero quienes deciden voluntariamente quebrantar su orgullo viven una vida plena, experimentando la presencia de Dios de manera cercana. Este tipo de corazón no está lleno de sufrimiento, sino de abundancia, paz, amor y dominio propio.

A veces, las circunstancias dolorosas nos quiebran el corazón. Sin embargo, Dios toma esos momentos para reconstruirnos y mantenernos humildes. Por otro lado, algunos deciden mantener un corazón quebrantado de manera constante, asegurándose de que el orgullo no tenga espacio en su vida. Este tipo de personas no sufren, sino que viven con la presencia de Dios, disfrutando de la vida abundante que Él ofrece.

Si deseas experimentar más de la presencia de Dios, asegúrate de mantener tu corazón quebrantado, sencillo y humilde. No es solo un estado de sufrimiento, sino una postura de rendición y disposición para recibir a Dios en todo momento.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, te damos las gracias por la oportunidad de aprender de Ti y de Tu palabra. Señor, haznos ver a cada uno de los que estamos participando en este devocional que Tú estás más cerca de lo que nos imaginamos. Estás cerca de aquellos que tienen el corazón quebrantado, de los que están atravesando penas, dolores y sufrimientos emocionales. Señor, Tú estás con ellos, abrazándolos, consolándolos, limpiando sus lágrimas, fortaleciéndolos en medio del proceso, en medio del dolor.

Te pedimos que te manifiestes también en aquellos que mantienen un corazón quebrantado de manera constante, un corazón sin orgullo, un corazón sencillo que voluntariamente ha aprendido a hacer pedazos todo rastro de altanería. Gracias por cada persona que está en sintonía, los bendecimos y los entregamos en Tus manos, pidiendo que Tu presencia esté con ellos de manera continua.

Oramos en el nombre de Jesús de Nazaret.

Amén y amén.

¡Bendiciones!