Filipenses 2:13 (NTV) Pues Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a Él le agrada.

Este versículo viene a derribar uno de los mayores obstáculos que enfrentamos en nuestra vida espiritual: la falsa creencia de que agradar a Dios requiere un esfuerzo sobrehumano por nuestra parte.

Muchos creyentes se paralizan pensando que los estándares de Dios son inalcanzables. Algunos posponen su bautismo porque sienten que "no están listos" o que "les falta mucho por cambiar". Otros creen que se necesita una disciplina extraordinaria o años de entrenamiento espiritual para poder vivir de manera agradable a Dios. Pero estas son barreras mentales que nosotros mismos construimos, porque la Escritura nos revela una verdad completamente diferente.

El apóstol Pablo nos muestra en este versículo el proceso divino para vivir una vida que agrada a Dios:

1. Dios trabaja en nosotros - La iniciativa siempre es suya
2. Dios nos da el deseo - Él pone en nuestro corazón la motivación para cambiar
3. Dios nos da el poder - Nos capacita sobrenaturalmente para lograrlo

Esta es la gran diferencia entre la religión y el evangelio: La religión nos dice "esfuérzate para alcanzar a Dios", pero el evangelio nos anuncia "Dios ya vino a ti y te dará todo lo necesario". No se trata de lo que nosotros podemos hacer por Dios, sino de lo que Dios quiere hacer en nosotros y a través de nosotros.

El error más común es intentar cambiar por nuestras propias fuerzas. Muchas personas se proponen dejar vicios, adoptar disciplinas espirituales o cambiar su carácter confiando únicamente en su voluntad. Estos cambios suelen ser temporales, porque no están sustentados en el poder transformador del Espíritu Santo. Como dice Juan 15:5, "separados de mí, nada podéis hacer". El fruto espiritual no es producto de nuestro esfuerzo, sino de permanecer en Cristo.

La clave está en exponernos continuamente a la Palabra de Dios. Cuando leemos la Biblia, escuchamos predicaciones o participamos en devocionales como este, estamos permitiendo que Dios trabaje en nosotros. La fe viene por el oír la Palabra (Romanos 10:17), y es esta fe la que nos conecta con el poder transformador de Dios. No se trata de grandes sacrificios humanos, sino de una constante exposición a la presencia divina.

El proceso es sencillo pero requiere perseverancia:

• Asiste regularmente a la iglesia - Para alimentarte de la Palabra y la comunión
• Lee la Biblia diariamente - Aunque sean pocos minutos cada día
• Escucha enseñanzas bíblicas - Que fortalezcan tu fe y entendimiento
• Permanece en oración - Manteniendo una conexión viva con Dios

Mientras hacemos estas cosas con constancia, Dios cumple su promesa: Él obra en nosotros, pone los deseos correctos en nuestro corazón y nos da el poder para llevarlos a cabo. La transformación no es instantánea, pero es segura para todo aquel que se mantiene en este camino.

Vuelve a leer este versículo transformador: "Pues Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder para que hagan lo que a él le agrada." Deja de luchar en tus propias fuerzas y permite que Dios haga en ti lo que solo Él puede hacer. Vivir para agradar a Dios no es tan difícil como parece cuando entendemos que es Él quien hace la obra en nosotros.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, venimos ante ti con corazones agradecidos por esta verdad liberadora. Gracias por recordarnos que no dependemos de nuestras fuerzas para agradarte, sino de tu poder obrando en nosotros. Hoy renunciamos a todo intento de justificarnos por nuestros propios méritos y nos abrimos completamente a tu obra transformadora.

Señor, te pedimos que obres poderosamente en cada persona que recibe este mensaje. Pon en su corazón los deseos que agradan a ti y dales el poder sobrenatural para llevarlos a cabo. Rompe toda mentalidad de autojustificación que los ha mantenido atados al ciclo de intentar y fallar.

Haznos como aquellas vasijas en las bodas de Caná, que fueron llenas de agua y por tu poder se convirtieron en el mejor vino. Llénameos de tu Palabra y transfórmanos desde adentro hacia afuera. Danos la perseverancia para mantenernos en tu presencia a través de la lectura bíblica, la oración y la comunión con otros creyentes.

Sabemos que los cambios genuinos y duraderos no vendrán por nuestra disciplina humana, sino por tu Espíritu obrando en nosotros. Por eso hoy nos rendimos a tu obra, confiando que cumplirás tu promesa de completar la buena obra que comenzaste en nosotros.

Bendice a cada persona que recibe este devocional. Que experimenten el gozo de ser transformados por tu poder, no por su esfuerzo. Te lo pedimos en el nombre poderoso de Jesús. 

Amén y amén.

¡Bendiciones!