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Una Señal Celestial

El Devocional: Nuestra Nueva Vestimenta

 

Gálatas 3:27 (NTV) Y todos los que fueron unidos a Cristo en el bautismo se han puesto a Cristo como si se pusieran ropa nueva.

 

"Nuestra nueva vestimenta", hace referencia a lo que sucede cuando una persona llega al conocimiento de Dios. Quienes escuchan el mensaje de la Palabra, ya sea a través de una predicación, una enseñanza o una conversación sobre la Biblia, experimentan un despertar interior. Esa persona comienza a ordenar su vida y a dirigir sus pasos conforme a lo que Dios establece en las Escrituras.

 

Este despertar lleva a una decisión muy importante: el bautismo. Es el momento en el que alguien decide entregar su vida por completo a Dios, reconociendo que no hay otro recurso, opción ni mejor oportunidad. Esa persona ya ha buscado ayuda en médicos, abogados, contadores o profesionales, pero descubre que la verdadera respuesta que necesitaba era Dios.

 

Todo lo que hemos vivido. dolores, errores, vacíos, nos empujaba a encontrar al Creador. Las complicaciones, los conflictos, los vicios, la búsqueda de afecto en múltiples brazos, el deseo insaciable por llenar el corazón o los bolsillos… todo eso nace de un vacío interior que solo Dios puede llenar. Lo que realmente estábamos buscando era a quien nos creó.

 

Al encontrar a Dios, todo comienza a cambiar. La persona que tenía vicios los deja. Quien vivía en fornicación o adulterio abandona esos hábitos. Quien robaba o hacía negocios ilícitos reconoce que ya no necesita vivir de esa forma. El vacío que sentía en las finanzas o en el alma no era más que un llamado a acercarse a Dios.

 

Cuando finalmente nos rendimos ante el Creador, nuestra vida toma una nueva dirección. Es en ese momento cuando decimos: "Estoy listo para bautizarme. Estoy listo para entregarme por completo a mi Padre". Y es entonces cuando ocurre lo que dice la Biblia: quien se ha bautizado se ha unido a Cristo.

 

¿En qué nos hemos unido a Él? En su sufrimiento. Porque nosotros también sufrimos. La vida en pecado no es una vida alegre. Los vicios, las mentiras, los errores… todo eso genera dolor. Nos unimos a Cristo porque ese sufrimiento nos llevó al encuentro con el Creador.

 

También nos unimos a Él en su resurrección. Así como Cristo resucitó, nosotros también, al bautizarnos, resucitamos a una nueva vida. Una vida transformada. Y como dice el versículo, quienes se han unido a Cristo en el bautismo se han puesto a Cristo como si se pusieran ropa nueva.

 

Esta vestimenta nueva es Jesús. Es lo que nos identifica ahora. Hemos decidido vivir con otra identidad. Ya no somos quienes éramos antes. Las personas que nos rodean lo notan: hablamos diferente, tratamos a los demás diferente, vivimos de forma diferente.

 

Nuestra nueva vestimenta se refleja en nuestras acciones. Tratamos a nuestro cónyuge y a nuestros hijos con respeto y amor. En el trabajo, ya no nos relacionamos desde el engaño, la crítica o la hipocresía. La vieja vestimenta quedó atrás.

 

Ahora estamos vestidos de Cristo. Tenemos una nueva identidad. Ya no buscamos el amor en los brazos de cualquiera, porque estamos llenos, estamos completos en Dios. No necesitamos vicios. No necesitamos mentir. No necesitamos aparentar. Ahora tenemos gozo, paz y una identidad plena: Cristo en nosotros.

 

Y si tú, querido lector, te encuentras aun buscando en lugares equivocados en vicios, en relaciones pasajeras, en una búsqueda desmedida por el dinero probablemente lo que realmente estás necesitando es esta nueva vestimenta: la presencia de Dios en tu vida. Y solo Él te la puede dar.

 

ORACIÓN

 

 

Padre celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, queremos darte las gracias por la oportunidad que nos das de conectarnos a tu corazón a través de tu Palabra.

 

Señor, una nueva vestimenta era lo que realmente necesitábamos cuando intentábamos llenar los vacíos del corazón con vicios, relaciones rotas o una ambición desmedida. Esos vacíos eran señales internas que nos impulsaban a buscarte a Ti.

 

Ahora que te hemos encontrado, Dios, y hemos hecho una entrega total de nuestra vida a Ti, nos sentimos llenos, plenos y satisfechos. Es en ese momento cuando nos vestimos de Cristo y recibimos una nueva identidad.

 

Ya no llevamos puestos los viejos hábitos destructivos que ocultábamos en secreto. Nos diste una nueva vestimenta. Nos transformaste. Nos diste una nueva forma de vernos y de vivir.

 

Ahora nos relacionamos con los demás de manera diferente. Somos más disciplinados porque somos tus hijos. Donde antes había caos, ahora hay orden. Donde había vacío, ahora hay llenura. Donde había maldición, ahora hay bendición. Donde había tristeza, ahora hay gozo. Donde había angustia, ahora hay paz.

 

Gracias, Dios, porque contigo estamos vestidos con ropas nuevas. Y eso nos llena profundamente, nos permite vivir la vida que tú prometiste: vida en plenitud, vida en abundancia.

 

En el nombre poderoso de Jesús de Nazaret, oramos. 

 

Amén y amén.

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