1 Pedro 2:2 (NTV) Como bebés recién nacidos, deseen con gana s la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación. Pidan a gritos ese alimento nutritivo

El título del devocional de hoy nace directamente del versículo bíblico que acabamos de leer. Cuando Pedro nos exhorta a “pedir a gritos ese alimento nutritivo”, está usando una imagen poderosa y clara: la de un bebé recién nacido que depende por completo de la leche para vivir. Así mismo, nosotros deberíamos depender de la Palabra de Dios. Esta comparación no es simbólica, es vital. Se trata de un llamado urgente a desear con intensidad la leche espiritual pura, es decir, la Palabra, el alimento que sostiene nuestra vida espiritual.

¿A qué alimento se refiere la Biblia? ¿Qué deberíamos anhelar con tanta intensidad? La respuesta es clara: la Palabra de Dios. No hay nada más nutritivo ni más necesario para un creyente. Así como la leche materna es esencial para un recién nacido, la Biblia es esencial para nuestra alma. No podemos tratarla como algo opcional. La Palabra debe ser anhelada, buscada, recibida y digerida constantemente.

Uno de los errores más graves que cometen los creyentes es pensar que ya no necesitan alimentarse. Muchos creen que, por llevar uno, dos o tres años en la fe, ya son suficientemente maduros como para tomar decisiones importantes sin dirección espiritual. Esto los lleva a cometer errores serios, como mudarse de congregación sin discernimiento, elegir qué mensajes escuchar o decidir en qué días servir, como si el crecimiento espiritual fuera una meta que ya alcanzaron.

Pero el apóstol Pedro es claro: no importa cuánto tiempo llevemos en el camino del Señor, debemos seguir anhelando el alimento puro. El deseo por la Palabra debe estar presente en cada etapa de nuestra vida espiritual. No hay un punto en el que podamos decir: “ya estoy completo”. Ese pensamiento conduce al estancamiento. El peor error que podemos cometer es creer que ya no necesitamos más. La Biblia siempre tiene más que revelarnos, más que enseñarnos, más que transformarnos.

¿Cómo se comporta una persona espiritualmente madura? No se trata de cuántos años lleva en la iglesia, sino del carácter que refleja. Una persona verdaderamente madura en la fe muestra el carácter de Cristo: compasión, humildad, pasión por predicar el evangelio, deseo de ver a otros salvados, y una vida centrada en la voluntad de Dios. Esa madurez no se alcanza con el tiempo, se alcanza alimentándose diariamente de la Palabra.

Por eso, la exhortación es clara: deseen con intensidad la leche espiritual pura. La Palabra es nuestro alimento. Es una dependencia vital. Sin ella, simplemente no podemos vivir. Así como un bebé no puede sobrevivir sin leche, un creyente no puede sobrevivir sin la Palabra de Dios. Quien intenta vivir sin ella, tarde o temprano se apaga espiritualmente y se ve arrastrado por las tinieblas del mundo.

ORACIÓN

Padre celestial, en el nombre de Jesús, te damos gracias por hablarnos hoy con tanta claridad. Gracias por mostrarnos que nuestra relación con tu Palabra debe ser tan intensa y vital como la de un bebé con la leche.

Reconocemos que sin leer la Biblia diariamente no podemos vivir. El pan alimenta el cuerpo, pero tu Palabra alimenta el alma. Ella es nuestro verdadero sustento, el pan de vida que sacia y quita toda hambre espiritual.

Señor, declaramos nuestra dependencia total de tu Palabra. Te pedimos que nunca permitas que nos alejemos de ella. Así como a un niño no se le puede quitar la leche, a nosotros no se nos debe quitar el alimento espiritual. Porque sin tu Palabra, Señor, nos debilitamos y comenzamos a morir espiritualmente.

Hoy reconocemos que no estamos completos y que siempre hay más para crecer, más para aprender, más para avanzar. Quita de nosotros todo pensamiento que nos lleve a creer que ya no necesitamos más.

Gracias, Padre, por hablarnos y hacernos reflexionar sobre la importancia de leer la Biblia cada día. Te lo pedimos y te lo agradecemos, en el poderoso nombre de Jesús de Nazaret.

Amén y amén.

¡Bendiciones!