- 30 Oct 2024
- Category: Devocional
El Devocional: Sal Del Anonimato
Juan 12:42 (NTV) Sin embargo, hubo muchos que sí creyeron en él—entre ellos algunos líderes judíos—, pero no lo admitían por temor a que los fariseos los expulsaran de la sinagoga.
Este mensaje te invita a no ser un cristiano anónimo, a no vivir la fe en secreto o en lo oculto. Este error fue cometido por muchos judíos en el tiempo de Jesús. La Biblia nos dice que debido al mensaje tan claro y contundente de Jesús muchos judíos lo entendieron.
No todos lo rechazaron; a veces creemos que todos los judíos lo rechazaron, pero no es así. Sus discípulos eran judíos, y aceptar el mensaje de Jesús no fue fácil para ellos. ¿Por qué? Porque Jesús vino con el mensaje de “Yo soy Dios”. Aunque dijo “soy el Hijo de Dios”, también afirmó: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; el Padre está en mí, y yo estoy en el Padre”.
Para los judíos, aceptar este mensaje era muy difícil, ya que estaban formados en la creencia de que no había otro Dios fuera de Yahvé, el Dios del Antiguo Testamento. Ver a Jesús, a quien conocían como un ser humano, afirmar ser el Mesías, era algo complejo de aceptar. Así, la mayoría de los judíos rechazaron el mensaje de Jesús y pidieron su crucifixión.
Sin embargo, algunos sí creyeron en Él y en su mensaje, pero no lo confesaron públicamente. Se mantuvieron en anonimato, sin expresar su fe abiertamente, por miedo a ser expulsados de la sinagoga. El versículo 43 de Juan capítulo 12 revela la razón de este silencio: “porque amaban más la aprobación humana que la aprobación de Dios”.
Este mismo error se repite en nuestra sociedad actual. Aún hoy, hay personas que creen en Jesús y aceptan su mensaje, pero se sienten avergonzadas de decirlo públicamente. Son creyentes anónimos, que temen decir “Jesús me ha convencido” por miedo al rechazo social. Esta vergüenza nace de buscar más la aprobación de las personas que la aprobación de Dios.
Decir abiertamente “no puedo participar en esta actividad porque mi fe no me lo permite” puede cerrar nuestros círculos de amistades o laborales. Por eso, muchos prefieren la aprobación humana antes que la divina. No se trata de ir proclamando a gritos “yo soy cristiano y sigo a Cristo”, sino de reflejar nuestra fe en nuestras acciones, hábitos y comportamiento. La invitación hoy es a salir del anonimato y manifestar los valores que hemos adquirido por medio de la fe en Jesús.
No necesitas declarar de palabra que eres creyente; tus valores, conducta y manera de tratar a los demás hablarán por ti. Que la manera en la que te comportas —en tu hogar, en el trabajo, y en tus interacciones diarias— refleje tu fe. Muestra esos valores divinos que has recibido, y que tu vida manifieste que eres un fiel seguidor de Jesucristo.
ORACIÓN
Padre celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, te damos gracias por esta oportunidad de recibir tu palabra, que es tan divina y poderosa, y que siempre nos guía. Hoy nos has dicho que salgamos del anonimato y que nuestra fe no se practique en secreto. Nos has recordado que los valores que hemos adquirido en ti, Señor, deben mostrarse sin temor ni vergüenza.
Sabemos que no todas las personas aprobarán nuestros nuevos valores, y que algunos no estarán felices con los cambios en nuestra vida. Pero confiamos en que nuestros seres queridos, nuestras esposas, esposos, hijos, y familiares verán y aprobarán esta transformación. Señor, te pedimos que cada persona pueda vivir su fe de manera libre y auténtica, sin necesidad de ocultarse ni vivir en anonimato, y sin buscar la aprobación humana.
Ayúdanos a enfocarnos en tu aprobación, Padre celestial. Gracias por estar siempre con nosotros. Oramos en el nombre de Jesús de Nazaret.
Amén y amén.
¡Bendiciones!
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