- 18 Nov 2024
- Category: Devocional
El Devocional: Una Fe Ciega
1 Corintios 12:2 (NTV) Ustedes saben que, cuando todavía eran paganos, fueron llevados por mal camino y arrastrados a rendir culto a ídolos mudos.
¿Sabías que todos los seres humanos fuimos dotados de fe? La Biblia nos enseña que Dios le ha dado a cada uno de nosotros una medida de fe. Esa medida puede parecer más evidente en algunas personas que en otras, pero todos tenemos una medida de fe.
En cierta ocasión, los discípulos le decían a Jesucristo: "Jesús, enséñanos a usar la fe." También le preguntaban constantemente cómo podían incrementar su fe. Queridos, la Biblia es clara: No se trata de tener mucha o poca fe, sino de usarla y ponerla en práctica. Jesús enseñó que si la fe es tan pequeña como un grano de mostaza, se puede mover cualquier tipo de montaña, con sólo darle la orden. Él quiso decir que no necesitamos una fe del tamaño de una montaña, sino una fe pequeña, bien dirigida.
El apóstol Pablo nos recuerda que antes, nuestra fe estaba dirigida hacia ídolos mudos. A ti te pasó, y a mí también. En algún momento, debido a esa fe que Dios puso en cada uno de nosotros, la enfocamos erróneamente. Personalmente, yo tenía mi fe puesta en la idolatría, en estatuas y esculturas que no tenían vida. La misma Palabra de Dios dice que estos ídolos tienen ojos, pero no pueden ver; tienen boca, pero no pueden hablar; tienen manos, pero no pueden palpar; y tienen pies, pero no pueden andar. Ahí estaba puesta mi fe, ciega y mal colocada.
Pero finalmente, tenía fe. Al leer la Biblia, descubrí el lugar correcto donde debía colocarla. El error no fue tener fe, sino haberla puesto ciegamente donde no debía. En algún momento, adoré criaturas como santos, pero coloqué esa misma fe en la persona correcta: Jesús de Nazaret. Cuando Él nos dice: "Yo soy el camino, la verdad y la vida", y colocamos nuestra fe en Él, entonces nuestra vida cambia completamente.
Hoy quiero invitarte a que hagas un análisis: Probablemente tu fe esté mal colocada. Quizá tu fe esté ciegamente puesta en algo o alguien que no es Dios, ocupando el lugar que sólo Él debería tener en tu corazón. A veces, después de conocer a Dios, quitamos nuestra fe de la idolatría o de los ídolos de barro y madera, pero sin darnos cuenta, la colocamos en otro ídolo, pensando que no es negativo.
Por ejemplo, hay personas que hacen del trabajo un ídolo. Creen que el trabajo les suplirá todas sus necesidades y le dedican más tiempo y energía, desplazando a Dios. Otros, incluso, hacen de la enfermedad un ídolo. Dedican tanto tiempo a investigar, hablar y estudiar sobre su enfermedad, que ésta se convierte en el centro de su vida. Pueden hasta decir cuáles son todos sus síntomas, guiando a otros sobre qué hacer o no hacer. Queridos, nada ni nadie debería ocupar el lugar que sólo Dios debe ocupar en nuestros corazones.
Si en algún momento pusiste tu fe en algún tipo de ídolo, ya sea de barro, metal o madera, y hoy cometes el mismo error al colocarla en una enfermedad o cualquier otra cosa, es tiempo de rectificar.
ORACIÓN
Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, te damos gracias por la oportunidad de aprender de tu Palabra. Te agradecemos, Señor, porque hoy comprendimos que no debemos tener una fe ciega ni colocarla en cualquier lugar que se nos presente. Perdónanos, Señor, porque cuando no te conocíamos ni conocíamos tu Palabra, colocamos nuestra fe ciegamente en alguna persona, criatura o incluso en ídolos que existen en la sociedad.
Algunos han perseguido el dinero de manera desmedida, haciéndolo un ídolo y dedicándole el mayor tiempo de sus vidas. Otros han hecho de la fama un ídolo, inclinándose ante ella. Y hay quienes incluso han hecho de la enfermedad un ídolo, inconscientemente.
Padre Celestial, nada ni nadie debería ocupar tu lugar en nuestro corazón. A través de esta oración queremos decirte que Tú eres nuestra prioridad, nuestro Dios y Padre. Nuestra devoción está completamente dirigida hacia Ti. Nos rendimos a Ti, entregamos nuestro corazón, Señor. Oramos para que cada persona pueda ser consciente de cuándo algo o alguien está tomando tu lugar en su corazón.
Padre Celestial, te damos las gracias y oramos en el nombre de Jesús de Nazaret.
Amén y amén.
¡Bendiciones!
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