Isaías 1:2 (NTV) ¡Escuchen, oh cielos! ¡Presta atención, oh tierra! Esto dice el Señor: Los hijos que crie y cuidé se han rebelado contra mí.

Este es un mensaje de Dios, transmitido a través de un profeta, para los hijos de Israel. Dios recuerda cómo los cuidó, los crió y estuvo con ellos en cada etapa de su historia. Desde el rescate de la esclavitud en Egipto, pasando por el tiempo en el desierto, donde les proveyó alimento, ropa y protección. Les brindó su favor y respondió a todas sus necesidades a lo largo de los años.

Sin embargo, a pesar de todo este amor y cuidado, el pueblo de Israel fue desleal. Esta es la palabra clave hoy, deslealtad. La deslealtad es el camino que nos lleva a la rebelión, a alejarnos de quien nos ha dado todo. Dios, molesto por este comportamiento, les envía un mensaje claro: "¿Cómo pueden alejarse de mí, su Creador y protector? Fui yo quien los crió y les dio favor."

La indignación de Dios es profunda; incluso menciona que hasta los animales reconocen a sus dueños. Dice en Isaías que “el buey conoce a su dueño y el burro reconoce los cuidados de su amo; pero Israel no reconoce a su Señor, no considera los cuidados que he tenido por ellos.” Este enojo de Dios surge porque les dio todo, les brindó cuidado y favor, pero en respuesta, ellos fueron desleales, causándole dolor y vergüenza.

Este devocional nos invita a reflexionar si nosotros también mostramos deslealtad en nuestras vidas. Quizá pensamos: "Yo jamás sería desleal con Dios," pero la pregunta va más allá. ¿Cómo es nuestra relación con nuestros padres? Personalmente, no me atrevería a avergonzar o causarles dolor. No actuaría de forma desagradecida o traicionera hacia ellos, porque la deslealtad hacia los padres puede reflejarse también en nuestra relación con Dios.

Dios estaba cansado de la deslealtad de Israel. En Isaías 1:2, el Señor declara: “Escuchen, cielos; presten atención, tierra. Los hijos que crié y cuidé se han rebelado contra mí. Hasta un buey conoce a su dueño y un burro reconoce los cuidados de su amo; pero Israel no conoce a su Señor.”

Esta es una invitación a mostrar amor y gratitud, no solo hacia nuestros padres sino también hacia Dios. No permitamos que la deslealtad, el desagradecimiento o la rebelión destruyan nuestro corazón.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesús, te damos gracias por corregirnos, igual que lo hiciste con Israel a través de los profetas. Sabemos que no siempre las palabras de un padre hacia sus hijos son para alabarlos, sino también para corregirlos, y tú haces eso con amor.

Hoy reconocemos que el orgullo y la soberbia pueden separarnos de ti, nuestro Creador y cuidador, al igual que de nuestros padres. Perdona si hemos actuado con deslealtad o mal agradecimiento, si hemos causado dolor a quienes nos han dado su amor y cuidado.

Gracias, Señor, por cada cuidado que has tenido con nosotros, porque tus favores son inmensos. Nos sentimos agradecidos de tenerte como Dios y por tener a nuestros padres, a quienes nos enseñas a honrar y respetar.

Moldea nuestro corazón, Señor, y corrígenos cuando es necesario. Te pedimos todo esto en el nombre de Jesús de Nazaret. 

Amén y amén.

¡Bendiciones!