1 Juan 4:4 (NTV) Pero ustedes, mis queridos hijos, pertenecen a Dios. Ya lograron la victoria sobre esas personas, porque el Espíritu que vive en ustedes es más poderoso que el espíritu que vive en el mundo.

El apóstol Juan nos exhorta en su carta a saber identificar a aquellos que verdaderamente tienen el Espíritu de Dios. Afirma que quienes reconocen que Jesús vino en cuerpo humano, murió, resucitó y está en el cielo, son los que poseen el Espíritu de Dios.

Por el contrario, quienes no reconocen la deidad de Jesús, aunque intenten presentarse como personas espirituales o con buena moral, no tienen el Espíritu de Dios. Juan nos advierte que debemos tener cuidado con esas personas, ya que aparentan espiritualidad, pero su manera de vivir revela lo contrario. No lo niegan con sus palabras, sino con sus acciones.

Aquellos que practican el pecado en secreto y ocultan su maldad detrás de una apariencia cristiana, están rechazando a Jesús. Se presentan como hijos de Dios, pero su vida contradice su confesión. Con sus pecados ocultos, como la fornicación, el adulterio, la mentira, el juicio hacia otros, la crítica, el robo o la murmuración, niegan a Cristo.

La Biblia, unos versículos antes, declara con claridad: "Esta es la manera en que sabemos si alguien tiene el Espíritu de Dios: si una persona que afirma ser profeta o espiritual reconoce que Jesucristo vino en cuerpo humano, esa persona tiene el Espíritu de Dios. Pero si no reconoce esta verdad, no es de Dios. Tiene el espíritu del anticristo."

Es decir, hay personas que parecen espirituales, que se presentan como de buen carácter o moral intachable, pero sólo parecen. En realidad, con sus acciones niegan a Jesús. Y de esas personas es de quienes debemos cuidarnos. No porque se vean bien externamente significa que han nacido de nuevo o que tienen el Espíritu Santo.

A pesar de esto, el apóstol Juan nos recuerda una verdad poderosa: "Pero ustedes, mis queridos hijos, pertenecen a Dios. Ya lograron la victoria sobre esas personas, porque el espíritu que vive en ustedes es más poderoso que el espíritu que vive en el mundo."

Aquellos que no tienen el Espíritu de Dios hablan desde la perspectiva del mundo, y por eso el mundo los escucha. En cambio, quienes reconocen el sacrificio de Jesús y lo honran con su vida, han vencido al mundo, porque Jesús mismo lo venció.

Debemos tener discernimiento. Estaremos rodeados de personas que aparentan seguir el camino de la verdad, pero solo viven de apariencia. En el fondo, con sus verdaderas acciones y su manera de vivir, niegan a Jesucristo y rechazan Su salvación.

Pero la Palabra nos consuela y fortalece: los que tienen el Espíritu de Dios han vencido al mundo.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de Jesús de Nazaret, te damos gracias por la oportunidad de recibir instrucción directa de tu Palabra. Gracias también por hacernos ver los peligros de vivir en apariencia: aparentar ser tus hijos y, al mismo tiempo, negarte con nuestras acciones.

Dios, hoy te pedimos que no permitas que caigamos en ese error. No queremos ser creyentes de apariencia. No queremos simplemente parecer personas de buen carácter o fingir espiritualidad. Queremos ser auténticos. Queremos que tu Espíritu Santo viva en nosotros.

Te reconocemos, Jesús. Reconocemos que viniste en cuerpo humano, que moriste y resucitaste. Y esa es la razón por la que hoy decidimos refrenarnos voluntariamente de todo aquello que va en contra de ti: la murmuración, la crítica, el juicio, la mentira, la fornicación, el adulterio...

Sigue corrigiendo nuestras vidas. Sigue moldeando nuestro carácter. Permite que quien tenga tu Espíritu Santo pueda parecerse más a ti, y menos a sí mismo.

No queremos ser creyentes de apariencia. Queremos ser verdaderos hijos de Dios, verdaderos cristianos. Gracias, Padre.

Oramos en el nombre de Jesús de Nazaret. 

Amén y amén.

¡Bendiciones!