En la biblia, la palabra de Dios nos dice que, no deberíamos guiarnos de esa manera, según la apariencia de las personas, nosotros tendríamos que mirar a las personas según su corazón.

Ese dicho tan popular que dice, ‘como te ven te tratan’, deberíamos tomarlo muy en cuenta, porque nosotros deberíamos irradiar luz, tenemos que ser personas atractivas, pero con nuestra actitud, transmitiendo paz, seguridad y confianza en ti mismo, estando seguro que el Señor está contigo.

En muchas ocasiones muchos no entienden la paz que poseen las otras personas, deben entender que todo ello viene de parte de Dios, Él es el que lo entrega. La forma en la que las personas te van a ver, así mismo te van a tratar.

Pero cuando ven en ti el reflejo del Señor Jesucristo, sus cualidades y características, los frutos de Dios en tu vida, entonces, las puertas se te abrirán, te darán nuevas oportunidades, empieza a producir en tu interior los frutos del Espíritu Santo, la paz, el amor, la bondad, la benignidad, paciencia, fe, dominio propio, entre otros. Cuando ustedes se den cuenta de eso, los observarán diferentes y serán modelo a seguir para las personas que los rodean.

Santiago 2:2-4 'Por ejemplo, supongamos que alguien llega a su reunión vestido con ropa elegante y joyas costosas y al mismo tiempo entra una persona pobre y con ropa sucia. Si ustedes le dan un trato preferencial a la persona rica y le dan un buen asiento, pero al pobre le dicen: «Tú puedes quedarte de pie allá o bien sentarte en el piso», ¿acaso esta discriminación no demuestra que sus juicios son guiados por malas intenciones?'

ORACIÓN

Padre, en el nombre de Jesucristo, te damos la gracias por enseñarnos un día más con tu maravillosa palabra.

Hoy entendimos mi Dios que, en nosotros está la oportunidad de impactar la vida de otros, sin siquiera abrir la biblia, nuestra vida es un testimonio, es un libro abierto para que lo lean.

Te damos las gracias por estar con nosotros y que los frutos de tu Espíritu Santo empiecen a crecer y llenan nuestro ser completo.

En el nombre de Jesucristo de Nazaret.

Amén y amén, ¡Bendiciones!