En muchas ocasiones he descubierto que lo más difícil para el ser humano es aprender a conjugar, o juntar la visión que tienes personalmente a lo que Dios quiere que las personas hagan, ahí está el secreto para que las personas puedan tener éxito o de lo contrario, no alcanzarlo.

De alguna manera, en algún punto de nuestra vida hemos tenido alguna confrontación con nuestra fe y tenemos que declarar que el Señor Jesucristo es nuestro Salvador, porque Dios nos lleva por ese camino y muchas veces nosotros no enredamos en un callejón sin salida y la única manera es rendirnos en Cristo, porque es nuestro Salvador, reconocido la necesidad que tenemos de Él.

El error que cometen constantemente las personas es que, se desenfocan de lo que Dios quiere que nosotros hagamos, empezamos a caminar por nuestra propia voluntad, buscando nuestros propios planes, dedicando más tiempo en lo que queremos realizar, 1 Juan 2:15, No amen a este mundo ni las cosas que les ofrece.'

Es necesario entender que, el mundo no solamente es pecado, este tiene muchas cosas atractivas que no son malas, podemos alcanzar el éxito sin faltar a nuestros principios morales y espirituales, podemos alcanzar el reconocimiento sin hacer algo negativo, pero eso son las cosas del mundo, todo ese éxito que lograste no dura toda la vida.

La bendición del Señor no está para ser una persona exitosa pero arrogante, muchas veces Dios no bendice a las personas porque Él conoce la intención del corazón, si tu visión no está encaminada a la voluntad del Señor te darás cuanta la diferencia de cómo son diferentes los caminos, por eso debemos alinearnos a la visión que Dios tiene para nuestra vida, la razón por la que Él te creó es más poderosa que simplemente lograr reconocimiento y sobresalir por encima de todos.

ORACIÓN

Padre Celestial, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo de Nazaret, hoy te damos las gracias por permitirnos conocer y aprender de tu palabra.

Señor, este mundo tiene cosas muy lindas y agradables que queremos lograr y conseguir y no necesariamente son negativas o malas, no tenemos que pisotear a los demás o nuestros propios valores.

Sin embargo, no se trata de amar las cosas de este mundo, debemos amar las cosas tuyas y la razón por la que nos creaste. 

En el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret.

Amén y amén.