Quizá tu pasado no sea algo de lo cual puedas jactarte, seguramente viviste y experimentaste situaciones muchas veces vergonzosas, algunas otras no son dignas de ser contadas y por ahí hay uno que otro mal record en cuanto a las cosas que te tocó vivir y que a veces incluso evitas hablar, prefieres muchas veces callar.

Sin embargo, por las cuestiones de tu pasado, tienes que elegir entre mantenerse estancado y retenido ahí quejándote y excusándose porque no tuviste mamá, porque tus papás se separaron, porque naciste en el país equivocado, porque no tienes documentos, porque no hablas inglés; puedes escoger las excusas para justificar la razón por la cual no avanzas, justificar la razón por la cual no triunfas. ¿Sabes? Hay dos problemas muy fuertes con las excusas.

Número uno, las excusas tienen todo el potencial de mandar al asilo del retiro los sueños y nuestro corazón, tienen ese potencial;  Personas con toda la energía, con una mente ágil, de 40 años, 50 años llenos de vida todavía, pero que han mandado a sus sueños al retiro en el asilo de la esquina, porque las excusas lograron hacer de ellos una persona que se mece ahora en el remordimiento.

Si hubiera nacido de otra manera, si mis padres me hubieran criado, si hubiera tenido documentos, si hubiera podido estudiar la universidad, si hubiera… 

El segundo problema con las excusas es que ella siempre tiene la razón, yo nunca le he ganado una excusa, ¡jamás! Siempre que no puedo hacer algo o no logro hacer algo y me excuso digo es que no pude por falta de tiempo, ya ganó la excusa. Ella tiene la razón, ya no hay más argumentos.

Si la excusa dice es que no tuve tiempo de realizarlo, ganó. Yo nunca he vencido a una excusa, por esa razón es que no las utilizo y le digo a las personas no me des una excusa, no me digas porqué no se puede, mejor dime porqué si lo vas a lograr, dime cómo lo vas a lograr, dime qué es lo que vas a hacer, qué vas a planificar para realizarlo, pero no me digas porqué no se puede. No permitas que la excusa sea parte de tu vida, porque las excusas siempre tienen la razón.

Si tú has usado tu pasado como excusa para justificar la razón por la cual no has vencido, no has alcanzado tus sueños, o ya los mandaste al asilo de la esquina donde se retiran los sueños, o donde se sepultan incluso en los cementerios; hoy yo te quiero decir despiértate, deja de excusarte. 

Todo tiene que ver con la interpretación de la vida y tu interpretación no va a cambiar hasta que primero no sane tu corazón, porque es de ahí de donde mana la vida. Es de tu corazón de donde surge la manera de ver las cosas hechas, realizadas y hacerlas posible, o es también de tu mismo corazón la fuente, donde puedes encontrar las excusas, todas ellas y formadas esperando su turno ‘no tuve tiempo, nací en otro país, no hablo el idioma, no tengo documentos’. 

Las excusas se forman una detrás de otra y están ahí, en tu corazón. Y todo tiene que ver con la interpretación ante una situación complicada o difícil. ¿Cómo vas a interpretar?, ¿vas a interpretar por medio de la excusa o vas a interpretar por medio de la fe? Si se puede, porque Dios está conmigo, porque aunque haya gigantes, Él dijo que pelearía en nuestras batallas si esta tierra nos pertenece, o ¿vas a pelear desde la excusa?

Tu corazón es la fuente de tu interpretación y el corazón tiene que sanar, si está herido golpeado y dañado por lo que te tocó vivir en el pasado, por el abandono de tu madre, por el abuso de tu padre, por los maltratos que hicieron contigo, porque te avergonzaron, porque te faltaron, porque te fallaron. 

Entonces, está herido tu corazón y si está herido, estás lleno de excusas utilizando una tras otra y tienes que sanar tu corazón.

ORACIÓN 

Padre, en el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret, hoy yo quiero darte las gracias por esta oportunidad que nos da de usar esta plataforma para llegar a los corazones de estas personas. El Evangelio tiene poder, Señor, y el poder que tiene para penetrar al corazón directamente y romper cadenas y ataduras. 

Entrar y penetrar hasta las heridas del alma, Señor, aquellas que fueron marcadas por un abuso, por un abandono, por una vivencia del pasado, que nos marcó. No nacimos siendo tímidos, no nacimos siendo temerosos, no nacimos viendo la vida difícil; lo veo en mi pequeño hijo que cuando se cae y se levanta es atrevido, es aguerrido, no tiene temor, no es tímido. 

Pero esta persona, mi padre, empezó a ser tímida, empezó a ser temerosa por sus vivencias y sus heridas, quedaron marcadas en el corazón. Mi Dios, permite que esta persona sea totalmente libre y sana y pueda experimentar una vida diferente.

Dios, entregó en tus manos su hogar y su familia, y su futuro te pertenece. Dale un giro a esta vida y enséñale el arte de la interpretación correcta. 

Gracias mi Dios. En el nombre de Jesucristo de Nazaret oramos.

Amén y amén.