Alfa 103.9FM
Una Seรฑal Celestial

๐‘ซ๐‘ฌ๐‘ฝ๐‘ถ๐‘ช๐‘ฐ๐‘ถ๐‘ต๐‘จ๐‘ณ: MรS QUE PALABRAS

Deuteronomio 32:47
 
No son palabras vacías; ¡son tu vida! Si las obedeces, disfrutarás de muchos años en la tierra que poseerás al cruzar el río Jordán».

Regularmente nosotros cuando sabemos acerca de palabras, hay un dicho muy popular que dice, las palabras se las lleva el viento, hay otro dicho que recita y dice, lo que te entra por un oído, te sale por el otro, dándole poca importancia a las palabras. 
 
Sin embargo, cuando se trata de las palabras de Dios, entonces estamos diciendo que son más que palabras, son la vida misma y cuando una persona tiene esas palabras en su interior, cuando son parte de esta persona, esa persona viene y toma vida. Es literal, cuando nosotros andamos y caminamos llenos de la Palabra de Dios, la vida se puede notar en nosotros, la vida se puede reflejar en nuestro rostro, la vida se puede reflejar en nuestras acciones, en nuestras actitudes, en nuestra forma de tratar a nuestras esposas, a nuestros esposos, a nuestros hijos.
 
En si, aquella persona que está lleno de las palabras de Dios, está lleno de vida, y eso es lo que la Biblia nos cuenta. Esto lo dijo Dios directamente a Josué, y se lo se encargó de decírselo a todo el pueblo de los judíos cuando cruzaron el Jordán y entraban a la tierra nueva que Dios les entregaba.
 
Venían de la esclavitud, venían de Egipto, venían de ser sirvientes y Dios les entregaba una tierra, pero la clave que les daba para poder experimentar la vida,  la felicidad, la alegría, es una sola: Lee la palabra, recítala, guárdala, llénate de ella, porque no son solo palabras, son más que palabras y en ellas está la vida, en ellas está tu vida y es exactamente lo mismo que sucede con nosotros.
 
Es el mismo cuadro, pero miles de años después, Dios nos saca de la esclavitud en la que estábamos en Egipto que representa el mundo, nos saca de esa esclavitud que estábamos como sirvientes, como esclavos. Servíamos al alcohol, a la prostitución, al robo, a la mentira; servíamos a la amargura, a la envidia, ¡cuántas cosas hicimos como esclavos de la envidia!, ¡Cuántas cosas hicimos como esclavos de la codicia! Éramos como esclavos allá en Egipto, en el mundo.
 
Dios nos libera, nos saca, nos trae a una tierra nueva, de bendición, la tierra espiritual donde nos trae a nosotros y nos dice una sola cosa; guarda estas palabras, llénate de ellas, porque son más que palabras; no son vacías ni vanas, son tu misma vida. Y así, podemos ver personas en el día de hoy que caminan como muertos en vida, se levantan, van a trabajar, llegan del trabajo con amargura, con tristeza en sus rostros, maltratan a sus esposas, a sus hijos o a sus esposos, gritan, se desesperan, pierden la paciencia, no tienen paz.

Esas personas están manifestando un vacío en su interior, pero no un vacío chiquito, un vacío entero están totalmente vacías; y además, están enfermando porque tarde o temprano el cuerpo va a manifestar, físicamente esos vacíos y esas enfermedades se convertirán, por ejemplo, en depresión, en cánceres, en estrés. 
 
Todo esto por una sola razón, Dios nos dio la clave escucha estas palabras y guárdalas, porque son tu vida, no son palabras vacías. 
 
Antes de terminar con el devocional en el día de hoy, quiero decirles lo siguiente; yo, aún a pesar de que pastoreaba y predicaba la Biblia, todavía seguía siendo esclavo de la amargura, del dolor, del resentimiento; seguía siendo esclavo todavía de los sucesos que un día acontecieron en mi vida, solamente hasta que fui sanado emocionalmente, hasta que fui liberado totalmente, hasta que salieron todas esas emociones negativas de mí cuando las liberé. 
 
Pudo venir entonces total y plenamente la Palabra de Dios y fue hasta ahí, que vino la vida y he venido mostrando la vida, manifestando a la gente, se me acerca y me dice ¿qué es lo que hay en usted? Una sola cosa, estoy lleno de la Palabra de Dios. 
 
Jesucristo lo dijo, no solamente en el Nuevo Testamento, también en el Antiguo Testamento, como lo acabamos de leer en Deuteronomio Después el Señor Jesucristo vino a confirmar exactamente lo mismo donde dijo: –Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Él es la Palabra viva, y si en tu corazón todavía hay emociones controladoras y estás esclavizados todavía, a la falta de perdón, al rencor, al resentimiento, a la amargura, a la envidia.
 
Si esos sentimientos todavía se experimentan en tu interior, los vives, o los has sentido, o los has notado; quiere decir que sigues todavía esclavizado a eso, vamos a liberar esas emociones, vamos a sanarlas para que entonces, pueda tener lugar en tu interior, la palabra de vida. Vamos a orar y a pedirle a nuestro Dios, que venga a traer esa libertad, para que podamos experimentar la palabra de vida.
 
ORACIÓN
 
Padre, en el nombre del señor Jesucristo de Nazaret. En el día de hoy queremos darte las gracias, porque nos permites leer tu palabra Señor, y en ella encontramos la vida, te agradecemos  porque en la persona del señor Jesucristo, no solamente tenemos un salvador, tenemos la vida misma y la vida es una vida en abundancia. Señor, hoy aprendimos que no son palabras vanas y vacías. 
 
Lo que tú nos dejaste escrito en la Biblia son más que palabras. Es la vida misma, cuántas veces hemos abandonado la vida teniéndola ahí, teniendo la palabra, pudiendo tener alcance a ella, optamos por buscar consejo en otro lugar, por buscar la suerte de otra forma. Cuando los dejaste al alcance de nosotros la vida misma, en tu palabra, hoy queremos por lo tanto correr a esa palabra, hoy queremos beber de esa fuente, hoy queremos llegar a ese oasis y saciar nuestra sed.
 
Permítenos hacerlo a cada una de las personas que están que por medio de El Devocional leyendo el mensaje y que cada que leamos tu palabra, ella traiga el consuelo Señor, cuando necesitemos consuelo, ella traiga el alivio y paz cuando la necesitamos; que traiga confianza cuando la hemos perdido. 
 
Señor, tu palabra es viva y es eficaz y a partir de ahora no la miraremos más como un libro empolvado por el tiempo en nuestro librero, sino que a partir de ahora lo veremos, como una palabra que tiene la misma vida y tiene la capacidad de transformarnos, mantenernos y sustentarnos.
 
Señor, gracias y en el nombre de Jesucristo de Nazaret oramos. 
 
Amén y amén. 
 
¡Bendiciones!

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