- 22 Nov 2021
- Category: Devocional
𝑫𝑬𝑽𝑶𝑪𝑰𝑶𝑵𝑨𝑳: NUESTRA MORADA CELESTIAL
¿Cómo es esa morada celestial? ¿Cómo te la imaginas? Bueno, la Biblia no nos da tantos detalles de cómo exactamente está diseñada o estará diseñada, esa ciudad, ese lugar a donde nosotros vamos a ir a vivir. Pero el libro de Apocalipsis 21:2 dice Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde la presencia de Dios, como una novia hermosamente vestida para su esposo.
Entonces, la ciudad santa, dice Juan, es como una esposa bellamente adornada, arreglada, lista, preparada para su marido. Y ¿qué cosa hay más hermosa que una novia? Quiero que pienses esto, ¿qué más hermoso que una novia? Yo quiero que tú te acuerdes de aquellos momentos cuando recién empezabas a enamorarte antes de casarte, cuando tenías a tu novia, la veías y la veías reluciente, la veías hermosa, la veías espectacular.
Así la vio Juan, el apóstol a la ciudad santa la vio tan hermosa; yo me imagino que era tan hermosa la visión que él vio acerca de la ciudad santa de la Nueva Jerusalén, que no tenía ni siquiera palabras para describirla, y me imagino que lo más fácil para él describirla en palabras en ese momento, por lo que estaba viendo era decir ‘es como una novia’ y yo creo que fue lo primero que se le vino a la mente ‘una novia preparada para su marido’, es decir, de lo más hermoso que pueda haber, de lo más espectacular que pueda ver.
Eso de ver a una novia y decir ‘la belleza de esa ciudad o de ese lugar es como una novia’, es dentro de la desesperación, de querer describir algo tan hermoso, tan lindo, algo que despierta tanta ilusión y emoción, pero que al mismo tiempo de tan hermoso que es, no lo puedes describir, y entonces tienes que asemejar a algo y decir es como una esposa, como una esposa ataviada.
¿Pero qué es lo más bello dentro de una novia? ¿Qué es lo más bello dentro de una mujer arreglada y ataviada? Probablemente puedan ser los diamantes brillantes de sus ojos, pudiera ser el color encendido de sus rojos labios que brillan; podrían ser incluso esos pómulos espectaculares resaltando sobre el rostro de una mujer, el pelo largo, hermoso, lindo, arreglado el olor, la fragancia linda de una mujer.
Me imagino mi esposa hermosa, linda, que las veo que la comparo y digo es que no hay belleza con la que yo pueda asimilar, a la belleza de mi esposa. Una novia, un compromiso revestido de elegancia. Entonces lo que dice Dios es estaré con ustedes, es un mañana que trae esperanza, hoy promesa de pureza que fielmente se entrega. Ese es el lugar, la morada celestial a donde nosotros vamos.
Cuando lees acerca de nuestro hogar y nuestra morada celestial, que es como una novia, entonces dime ¿No sientes deseos de llegar a tu casa eterna? ¿No sientes deseos de llegar a ese lugar celestial? Hay muchas ocasiones en que nos aferramos tanto a la vida terrenal, que no nos ponemos a pensar en la mejor vida que viene. Y claro, nos aferramos tanto que no queremos salir de este lugar, no queremos partir de este planeta.
Porque, seamos sinceros, la vida es hermosa, la vida es linda, el lugar donde Dios creó para que nosotros vivamos por 80, 90 años es espectacular, está adornado con ríos, con mares, con desiertos, con montañas, con lugares llenos de nieve, está adornado de diferentes formas, con una fauna, una flora espectacular, coloridos paisajes, unos animales únicos, impresionantes, este lugar es hermoso.
Pero, seamos también sinceros, no estamos diseñados para vivir eternamente en este planeta; estamos diseñados para pasar un período de preparación, conocer al Redentor aquí en este lugar, y voluntariamente someternos a su poder y autoridad, para entonces poder pasar a la morada celestial, la que se describe como una novia preparada para su esposo, una belleza única e indescriptible.
Y con esto quiero dejarte, porque yo quiero que hoy pienses en la vida del más allá. Yo sé que todos los días pensamos en el afán que trae cada día en nuestros trabajos, en nuestra familia, en nuestros hogares terrenales, pero también es importante poder pensar en nuestra morada celestial.
Quiero que pienses en ese lugar al que Dios prometió que tú estarías, juntamente con tu familia, si decides someterte y rendir tu voluntad a los pies del Señor.
ORACIÓN
Padre, en el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret, hoy quiero darte las gracias por la oportunidad que nos das de compartir tu palabra, y porque esta palabra nos llena de tanta esperanza, de tanto alivio, tanta alegría.
Ver la maldad en esta tierra, ver la sangre correr, de personas, Dios mío, derramando la sangre de otras personas, ver tanta maldad en este lugar. Señor, a veces nos llena de angustia, de estrés, pero cuando pensamos en nuestra morada eterna y celestial, aquella que preparaste para nosotros los que te amamos, entonces surge nuevamente la esperanza, surge nuevamente la paz, la tranquilidad de saber que ese lugar lo preparaste para que nosotros llegásemos.
Amado Dios, es tan indescriptible la belleza de ese lugar que el apóstol Juan lo asemeja a la belleza de una novia. Señor, solamente nosotros los hombres podemos entender la belleza de ese lugar, por la novia que nos has dado, la esposa que tenemos a nuestro lado.
Gracias por habernos escogido, gracias por preparar ese lugar y gracias por recordarnos, que no somos de aquí, de esta tierra, que no vamos a estar eternamente en este planeta. Señor, gracias por recordarnos que nuestra morada celestial, espera por nosotros y que estamos diseñados para vivir allá, y por eso es que aquí en la tierra vivimos tantas incomodidades, porque nos estas alistando y preparando para salir de este lugar y para llegar a esa morada celestial.
Mi Padre, gracias por guiarnos, gracias por enseñarnos con tu Palabra y gracias por la esperanza que traes a nuestros corazones. Que esta palabra fortalezca a cada uno, para poder mantenerse firmes y poder sentirse agradecidos de haber sido escogidos por ti.
Dios amado, bendigo a cada persona, bendigo cada hogar, bendigo cada familia que abre las puertas de su hogar y de su corazón para permitir llegar la Palabra Tuya que hoy nos traes como devocional en este lugar.
En el nombre del Señor Jesucristo de Nazaret.
Amén y amén.
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